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Confesiones en una calurosa noche primaveral

Por: Juvenal González González

2013-04-25 04:00:00

La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política.

Francisco de Quevedo

 

En 1988 participé en lo que sería mi última patoaventura política al apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, convencido y motivado por mi carnalito Marcelino Perelló, puesto que para esas fechas ya estaba harto decepcionado de la izquierda, en la que había militado desde 1965 y a la que había ofrecido sin reservas toda mi vida juvenil y buena parte de mi vida adulta. Ni me debían ni les debía: quedamos en paz.

Superando nuestras más optimistas expectativas, el cardenismo resultó ser el mayor movimiento electoral de oposición desde 1917, generando perspectivas políticas jamás soñadas por la izquierda pero que, por decisión del propio Cuauhtémoc, devino en un pinchurriento partido (PRD) con todos los vicios de la vieja izquierda. Las tradicionales burocracias estalinistas, maoístas y trotsquistas se empiernaron con ex priistas y hasta ex panistas, procreando nuevas tribus, más primitivas y salvajes. Por supuesto yo pasé sin ver, mejor dicho viendo porque ese arribismo oportunista ya lo había padecido hasta decir basta.

Volví a concentrarme en mis labores como director de un maravilloso centro escolar para hijos de trabajadores de la UNAM, pero luego de 10 años sentía que ya eran necesarios nuevos aires para la escuela y para mí. En esas andaba cuando me invitaron a trabajar en el recién creado Programa Nacional de Solidaridad, que luego se convertiría en el programa estrella del salinismo.

Con todos los resquemores y prejuicios del caso, acudí a la obligada entrevista. Desde luego que los objetivos, tan ambiciosos como inéditos, atrajeron mi atención, pero no me chupaba el dedo: agarré el toro por los cuernos y pregunté si no se trataba de un programa electorero y si nos tendríamos que afiliar al PRI.

Las respuestas me sorprendieron, precisamente lo que requerían era perfiles de gente comprometida con los intereses de las comunidades, sin ligas ni compromisos partidistas. Salinas y Carlos Rojas querían operadores con experiencia en organización social, no comprometidos con gobernadores ni autoridades municipales. Que Solidaridad fuera operado por servidores públicos profesionales sin ataduras partidistas. Luego no faltaron pelos en la sopa, sobraron más bien, pero en lo que a mí y otros muchos compañeros respecta, pudimos dedicarnos a trabajar sin presiones de ningún tipo.

Luego de un par de años dedicados a la organización social me pasé al área de proyectos productivos (Fonaes), a cargo de un prestigiado servidor público y también ex comunista, Enrique del Val Blanco. Ahí me mantuve como delegado estatal en Hidalgo, Puebla y Baja California (gobernado por panistas) hasta el fatídico año 2000 en que Vicente Fox se hizo de la presidencia del país. Nombró a Josefina Vázquez Mota como secretaria de Desarrollo Social, y lo primero que ésta hizo fue sustituirnos por militantes panistas. Ni las gracias me dieron, indemnización menos. La alternancia pronto enseñó el cobre.

Es la forma en que se acostumbra, el patrimonialismo del poder concede potestad sobre los puestos de la administración pública. Y todos los partidos la ejercen sin rubor ni pudor. Secretarías como Desarrollo Social se convirtieron en ambicionadas trincheras políticas, precisamente por el uso electorero de los programas sociales, no solo a nivel federal sino también en sus homólogas estatales y municipales.

Baste recordar que, frente a los abusos panistas, el mismísimo Manlio Fabio Beltrones llegó a sugerir la desaparición de la Sedesol, alegando que se había convertido en una agencia electoral muy onerosa y sin resultados tangibles en el combate a la pobreza. Esa es la herencia maldita que recibió Rosario Robles. Para ganarle credibilidad a su Cruzada contra el Hambre, deberá emprender otra cruzada contra la hipocresía y los usos y costumbres de las burocracias partidistas.

Ya lo estamos viendo, buena parte de los funcionarios de primer nivel puestos por Peña Nieto, son cuadros electorales del PRI ligados a los diversos grupos locales y nacionales, con poca o ninguna experiencia en la operación de programas sociales. Por otra parte, sus adversarios de dentro y fuera del gobierno la tienen en la mira y le harán marcaje personal duro y rudo, aun con el declarado respaldo presidencial.

Lo más triste de toda esta tragicomedia es que los millones de jodidos que pululan por todo el país, seguirán en el sempiterno abandono. La perversidad de los políticos seguirá lucrando con su hambre, sus necesidades y sus derechos. No se vislumbra un mejor futuro para ellos.

Al contrario, si las castas divinas no modifican las políticas económicas, si no incrementan la inversión productiva y el empleo formal con seguridad social; si mantienen los topes salariales y las pensiones de hambre; y, además, imponen el IVA en alimentos y medicinas, no habrá galletas que calmen su dolor, ni siquiera con una bondadosa pecsi que les ayude a tragarlas.

 

 

Cheiser: Bienvenido sea el viraje de la Suprema Corte de Justicia, si de combatir la injusticia y respetar la Constitución se trata. Ahora le dieron patrás a las reformas constitucionales de los estados de Guanajuato, Querétaro y Oaxaca que criminalizaban la interrupción del embarazo al “reconocer, proteger y garantizar el derecho a la vida desde el momento de la fecundación”. En otras palabras, la obediencia de los legisladores a las sotanas, se fue al averno.

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