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Alienígenas ancestrales

Por: Israel León O’farrill

2012-11-22 04:00:00

 

Hace tiempo celebré el lanzamiento de un canal de televisión dedicado exclusivamente a la difusión de la historia que, pese a que surgía como canal de televisión cerrada (de paga), la posibilidad de que impactara a diversos sectores de la población sonaba sugerente. Por otro lado, la venta y distribución de algunos de sus materiales, especialmente a centros educativos, tendría un impacto positivo en los estudiantes debido a la frescura de la imagen en movimiento presente en documentales y reportajes diversos. Como nunca antes, supuse, la historia tendría un excelente aliado en la televisión, tanto para su aprendizaje como para su difusión. Surgía así en 1995 en Estados Unidos y en 2001 para América Latina el History Channel.

Sin embargo, lo que en un principio prometía ser una excelente plataforma de desarrollo de contenidos serios y comprometidos con el quehacer histórico extravió su rumbo para convertirse en un canal transmisor de realities de anticuarios y de usureros de casa de empeño. Si lo propio es la historia y se admira y respeta el quehacer histórico –como la crónica, la paleografía, el trabajo arqueológico–, el observar la pronta decadencia de esta otrora interesante propuesta no es más que la constatación de una verdad que de tan cierta se torna incómoda y hasta indignante: todo aquello que toca la televisión termina por afectarse por las leyes del mercado. En palabras de Roger Chartier, historiador genial, la historia debe centrarse en las tensiones entre las comunidades y sus autoridades. “Esto vale para las obras letradas y para las creaciones estéticas, inscritas siempre en las herencias y las referencias que las hacen ser concebibles, comunicables y comprensibles”. Se suman a esta tensión aquellas actividades que desde la imagen producen una huella poderosa en esas prácticas, convenciones y contenidos simbólicos e ideológicos que dan sentido al grupo mismo. La televisión y el cine son las principales expresiones audiovisuales que penetran hondo en la construcción de la llamada superestructura de cualquier sociedad en la actualidad. Por tanto, reducir la experiencia humana a realities como los que hemos mencionado, es no sólo insuficiente, sino insultante.

Por si lo anterior no fuera suficiente, tenemos nuevos productos de nula cientificidad y que, aparentemente por lo mismo, terminan teniendo muchos seguidores. De esa cantidad ingente de programas insulsos de ese llamado History Channel destaca uno que desde su premisa es ya un total despropósito: Alienígenas ancestrales. El programa, que se sustenta en las opiniones y pseudo investigaciones de hombres y mujeres de ciencia venidos a menos, pretende demostrar  a través de pruebas “irrefutables” la idea de que civilizaciones extraterrestres habrían apoyado a varias de las grandes culturas de la antigüedad en la construcción de sus inmensos templos, en el desarrollo de su arte, tecnología y cosmovisión. La premisa principal deriva de un darwinismo social que ve en la evolución tecnológica el único parámetro de crecimiento de la humanidad. Esto quiere decir que al observar Palenque –por ejemplo–, partiendo de la premisa de que todavía hoy con “la maquinaria que tenemos” sería difícil construir esa ciudad, imaginemos lo que le hubiera costado a esa civilización maya que no contaba con el herramental suficiente para construir algo así –sobre todo debido a que no se utilizaron herramientas de metal–; por tanto, la mirada ha de dirigirse a la posible colaboración de E.T. en el esquema, no sólo a nivel tecnológico sino genético. Somos herederos de una civilización extraterrestre primigenia y nos legaron en el ADN biológico y cultural  elementos de su sabiduría y proceder.

Un grupo de farsantes encabezados por un fascinador pseudo científico llamado Erich von Däniken aventuran durante horas y horas de programas producidos por el canal de historia “teorías” de ancestros extraterrenos, respaldándose en interpretaciones erróneas de textos, restos arqueológicos y demás vestigios, deliberadamente acomodados para apuntalar sus ideas y al final, engañar a quien se deje. Es evidente que o los ejecutivos del History se han dejado convencer por las patrañas que dicen estos malandrines alienófilos o lo que sucede es que vieron en ello un excelente negocio. Cada una de las premisas es más rocambolesca que la anterior; todas se desmoronan con la fuerza de las investigaciones serias de arqueólogos, antropólogos e historiadores. El problema, empero, es que son realmente pocos los espectadores que al recibir semejantes falsedades en las afirmaciones de estos quiméricos hombres de ciencia, realizan sus propias pesquisas para contrastar la información ahí vertida; mucho menos lo harán a partir de la lectura de auténticos científicos, pues su lenguaje tiende a ser demasiado técnico para su gusto. Loable esfuerzo en este sentido es el que hace Chris White para descubrir a estos prestidigitadores mediáticos y colocarlos en su sitio en un documental denominado Ancient aliens debunked” (Alienígenas ancestrales desenmascarados, disponible en http://ancientaliensdebunked.com/). La televisión, pese a que no es la única en modificar conciencias y culturas, se muestra hoy como un elemento determinante en este sentido. History Channel debiera asumir su verdadero objetivo y volverse una estrella más de “El Canal de las Estrellas” y Alienígenas Ancestrales junto con Laura, Hoy, Sabadazo

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