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Había una vez...

Por: Marcos Winocur

2012-12-17 04:00:00

Atrás queda la Antigüedad

En cuanto a la fuerza de trabajo, es proporcionada por los tributarios. Y, en el segundo caso, la clase de los esclavistas detenta los medios de producción, en tanto la fuerza de trabajo es rendida por el esclavo.

¿Por qué en un caso decimos el Estado y en otro la clase? Porque, arribado el esclavismo, clase y  Estado pasan a ser dos entidades diferenciadas: el segundo es el aparato que sirve a la primera. En cambio, en la sociedad del tributo, la cúspide del Estado se confunde con la clase misma, extractora del plustrabajo, llámese faraón, mandarín o “clase” sacerdotal.

Y bien los tiempos corrían. Cuando el Nilo aglutinaba varios millones de seres, mientras en China se distribuían varias decenas de millones, significando la suma de ambos polos demográficos algo así como la mitad de la población mundial, las razones del asentamiento, geográficas, habían pasado a ser del florecimiento.

Tratábase del hombre, quien, ya dos o tres milenios antes de nuestra era se había afirmado tras de dar nuevos pasos de gigante: arado, rueda, embarcaciones a vela, extracción de minerales y su empleo como metales, matemáticas y astronomía dando luz al calendario, medicina, ingeniería, derecho.

A esta altura la productividad ya había dado un salto hacia adelante. Pero si así generaba más acelerados procesos de acumulación, éstos, junto al derrumbe sucesivo de los imperios, quedaban truncos. Por milenios pareció una maldición. Guerra y esclavismo, asociados, volvían las cosas a cero. Hasta que, aletargadas las civilizaciones asiáticas, el impulso histórico cruza el Mediterráneo. Grecia y Roma, a la vez que el fin, significan la culminación, arrojando las expresiones más altas de trabajo manual e intelectual, que llegan a darse en la Antigüedad.

Y lo que es más, ceden paso a una nueva plataforma geográfica, donde será posible una reconstrucción histórica de nuevo tipo, Europa.

Dos palabras aún sobre la personalidad social del esclavo. Coinciden en él fuerza de trabajo con instrumento de trabajo. El sistema ha cosificado. Nada le pertenece, tampoco su vida. Los romanos, quienes recogieron amplia experiencia, distinguían dos tipos de instrumentos de trabajo: los mudos, como la carreta o los útiles de labranza, y los que emitían sonidos, como los animales (de tiro y de carga) y los esclavos.

Y bien, precipitada por la caída de Roma a manos de los bárbaros en el siglo V, queda atrás la Antigüedad. No será la única vía. En vastas regiones, en continentes enteros, la sociedad antigua perdurará por largo tiempo, extinguiéndose en virtud de otros mecanismos que, en cierta manera, le reconocen filiación, en tanto el proceso histórico de punta pasaba por la caída de Roma y, consecuentemente, la feudalización europea.

 

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