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La masculinización del feto humano

Por: Rafael H. Pagán Santini

2012-09-13 04:00:00

La masculinización se refiere al proceso por la
cual el feto sexualmente indiferente con
testículos es entonces formado con fenotipo
masculino

 

Podría decirse que, el efecto más profundo de todos los numerosos efectos de las hormonas esteroides en su papel androgénico es la “hechura de un macho” durante el desarrollo fetal, porque literalmente cambia al individuo de un desarrollo fenotípico femenino a un desarrollo fenotípico masculino. La formación normal del fenotipo masculino envuelve una cascada de cambios iniciadas genéticamente por la activación del gene SRY del cromosoma Y. Después de numerosos años de investigación tras la búsqueda del factor determinante testicular (TDF, del inglés Testis Determinant Factor), el gen SRY (del inglés Sexdetermining Region Y, región determinante del sexo en Y), fue finalmente clonado en 1990. 
La determinación sexual primaria parece no tener ningún carácter ambiental o autosómico, y depende casi exclusivamente del contenido cromosómico, es decir, si la persona es XX o XY y en consecuencia de la presencia de genes como SRY que inhiben la formación de ovarios y promueve la formación de testículos. La expresión del SRY es fundamental para que se produzca la diferenciación testicular, es decir, la expresión del gen SRY es la que dirige la formación de los testículos, subsecuentemente la producción de testosterona lo que posteriormente llevará a la formación del cuerpo masculino. Aunque existen varias teorías sobre su mecanismo la más apoyada plantea que, el SRY contrarresta la acción anti–testicular del receptor nuclear Dax1 cuando éste está presente en una sola dosis (machos normales). 
El primer paso de la diferenciación de los órganos genitales en sentido masculino es la regresión de los conductos de Müller en la octava semana del desarrollo, por la acción de la hormona anti–mülleriana (AMH, del inglés anti–Müllerian hormone), también conocida como sustancia inhibidora de los conductos de Müller (MIS, del inglés Müllerian inhibiting sustance). El termino diferenciación sexual es usado generalmente  para describir el momento en que unos testículos reconocibles son formados por primera vez, ya que este es el primer momento en que un feto puede ser morfológicamente distinguido como masculino. La masculinización se refiere al proceso por la cual el feto sexualmente indiferente con testículos es entonces formado con fenotipo masculino. La masculinización implica, pues. La formación de genitales internos y externos masculinos, lo cual no puede ocurrir hasta que los testículos se hayan diferenciado  y comiencen a producir hormonas.  Por lo tanto, la masculinización procede después de la diferenciación sexual. 
Debe tenerse en cuenta que la masculinización del feto es sólo el primero, aunque el más importante, de muchos pasos hacia la formación de un fenotipo masculino ya que, la producción–acción de andrógenos posnatal, y especialmente, en la pubertad son esenciales para que esto ocurra. El desarrollo del tracto reproductivo masculino conlleva la diferenciación interna con la formación de: epidídimo, ductos deferentes, vesícula seminal y la próstata); y la formación externa de: el pene, el escroto y el perineo). Ninguno de estos eventos es sincrónico, todos ocurren en momentos diferentes del desarrollo. Además, una vez la estructura del tracto reproductor se ha diferenciado como resultado de la acción hormonal, el continuo crecimiento estará dirigido por los andrógenos testiculares, por ejemplo, el alargamiento del pene posnatal.
La masculinización del cerebro en el hombre es un proceso que incluye tanto a las hormonas gonadales como a otros productos genéticos producidos por los cromosomas sexuales. Además, diferentes regiones cerebrales tienen diferentes programas de respuestas a señales sexuales específicas que intervienen en este proceso. Los diferentes tipos de interacción que poseen las neuronas (comunicación célula–célula, efectos compensatorios específicos con respuestas antagónicas, síntesis local de esteroides, entre otros) hacen que las diferencias sexuales fenotípicas se reduzcan.  Otro elemento que influye en la masculinización del cerebro humano es el carácter atricial de la especie. Las crías altriciales son aquellas que requieren de sustento al nacer, se refiere a un patrón de crecimiento y desarrollo en el cual el organismo nacen ciego, sin los conductos auditivos abiertos, prácticamente sin pelo y con una movilidad muy limitada (prácticamente inmóvil). Los efectos hormonales y ambientales posnatal son cruciales el la diferenciación sexual del cerebro.
Teniendo lo anterior en consideración, al hablar de dimorfismo sexual cerebral obligatoriamente nos tenemos que referir al hipotálamo, ya que, entre otras funciones, regula las hormonas y representa una interface anatómica y funcional entre el sistema nervioso y el sistema endocrino. De hecho, la mayor concentración de receptores de hormonas sexuales (andrógenos, estrógenos, y progesteronas) del cerebro se encuentran en el hipotálamo1. El hipotálamo tradicionalmente se conoce como el centro ejecutivo de funciones homeostáticas del cuerpo. En adición al control de hormonas (sexuales y no sexuales), el hipotálamo regula patrones de hambre, sed, sueño, temperatura del cuerpo, y conducta sexual. El hipotálamo se puede subdividir en cuatro regiones y en más de 25 núcleos de acuerdo a criterios anatómicos y funcionales. Entre los que todos ellos tres son mencionados como núcleos dimórficos: el área preóptica, el núcleo ventromedial, el núcleo supraquiasmático. 
El área preóptica medial fue el primero núcleo sexualmente dimorfo en describirse como tal. Al extenderse los estudios en humanos los principales investigadores prefirieron cambiar la nomenclatura del núcleo. Allen y Gorski, distinguieron cuatro núcleos en la región del área preóptica del hipotálamo, que denominaron núcleos intersticiales del hipotálamo anterior y que se conocen por su acrónimo (NIHA1, NIHA2...). Estos autores comunicaron que NIHA2 y NIHA3 eran mayores en el hombre que en la mujer. El área preóptica medial puede identificarse en la región anterior del hipotálamo y se encuentra conectado bidireccionalmente con una vasta región del cerebro. En particular, recibe impulsos directa o indirectamente de la mayoría de las modalidades sensoriales, y por lo tanto, está organizada idealmente para integrar información del medio ambiente y ajustar respuestas dadas por el organismo a tales estímulos2. Puede decirse que el área preóptica medial, probablemente, es el lugar más importante en la regulación del comportamiento sexual masculino en todos los vertebrados y que desde esta región se envían proyecciones a las estructuras que son críticas para el inicio y ejecución de los patrones de copulación.   
Popularmente se ha identificado a la preferencia sexual con la masculinización del cerebro, algo biológica y socialmente incorrecta. El que un hombre desee copular con una persona de su mismo sexo no lo convierte en mujer ni mucho menos le obliga a cambiar su género, sobre todo cuando estos son patrones y roles socialmente asignado. Tanto la actividad hormonal como los cambios anatómicos, producto de la intervención de diferentes genes, así como el, medio ambiente participan en la masculinización del cerebro en un hombre.
 
 
1Pfaff, D.W. & SchwartzGiblin, S. (1988). Cellular mechanisms of female reproductive behaviors. The Physiology of Reproduction, ed E.Knobil and J.Neil et al., Raven Press, Ltd., New York, 1487–1568.
2Hull, EM; Meisel, RL; Sachs, BD. Male sexual behavior. In: Pfaff, DW; Arnold, AP.; Etgen, AM.; Fahrbach, SE; Rubin, RT., ed. Hormones, Brain and Behavior. 2. Academic Press; San Diego, CA: 2002. p. 1–137. 
 
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