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Neuralgia del trigémino

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-04-06 04:00:00

Tengo en mis manos un hermoso libro con el ostentoso título de Traité des maladies du système nerveux que el Dr. W. Hammond, en 1879 editó por medio de  la librería de Paris J. B. Baillière et fils. En el capítulo VIII que aborda las neuralgias (palabra que proviene de dos vocablos griegos que significan “dolor de los nervios”), dedica el primer artículo a la Néuralgie du trijumeau o Neuralgia del Trigémino que es un nervio que los médicos estudiamos dentro de los 12 pares de elementos que, surgiendo de la base del cerebro al mismo tiempo que brotan por una especie de orificios en la base del cráneo, van a distribuirse por la cabeza, el cuello, tórax y abdomen.
Con funciones motoras (es decir, involucradas en los movimientos), sensitivas o ambas, tienen usos que solamente pueden calificarse como maravillosos. El nervio trigémino se conoce como “quinto par craneal” y tiene desempeños sensoriales y motores, aunque cuando llega a sensibilizarse, produce un dolor que no tiene calificativos que se puedan expresar con claridad. Lo más cercano a su descripción es algo lancinante, es decir, como si la cara fuese atravesada con una lanza.
Curiosamente las elegantes descripciones del Dr. Hammond en este libro escrito hace más de 100 años, poco varían en relación a los síntomas, las causas, el diagnóstico y pronóstico de esta temible enfermedad, no tanto por la capacidad de provocar la muerte (aunque en la antigüedad incitaba suicidios por las pocas opciones de tratamiento), sino por el dolor que realmente se convierte en algo insoportable y limitante. Y aunque hablando en términos de tratamiento, efectivamente hoy se cuenta con más opciones, me parece verdaderamente increíble el poco avance que se tiene en el conocimiento básico de este padecimiento.
Las primeras descripciones fueron hechas en el siglo I por el médico Areteo de Capadocia (120–200), también fue un padecimiento abordado por el célebre médico Galeno de Pérgamo (130–200) y por supuesto Ab? ‘Al? al–Husayn ibn ‘Abd All?h ibn S?n?, mejor conocido como Avicena por su impronunciable nombre (980–1037); sin embargo, quien se considera el primer médico al que se le atribuye el estudio específico de la Neuritis del trigémino fue al francés Nicholas Andry de Boisregard (1685–1742) quien además, dicho sea de paso, fue el primero en utilizar la palabra Ortopedia como el “arte de prevenir y corregir en los niños, las deformidades de los cuerpos”. De ahí surgieron varios sinónimos, dentro de los que sobresale el afrancesado “tic douloureux de Trousseau”, neuralgia trifacial, neuralgia trigeminal mayor o neuralgia esencial del trigémino. Lo cierto es que hablamos de un dolor que se ha llegado a calificar como el peor de todos los que puede experimentar un ser humano.
Siempre es muy intenso, paroxístico (es decir, extremo y brusco), con una duración de segundos o minutos y periodos de malestar indefinido o incluso sin síntomas. A veces llega a ser paralizante. Los analgésicos definitivamente no sirven y para disminuir las molestias son imprescindibles medicamentos anticonvulsivantes y los denominados antineuríticos. Si no hay una respuesta adecuada, hay opciones quirúrgicas, aunque no hay una sola que pueda ser considerada unánimamente como la de mejor elección. Me parece inaudito que con un libro del siglo XIX y un artículo de reciente publicación, no se haya planteado alguna alternativa verdaderamente efectiva para curar la neuralgia del trigémino.
Lo único que queda es valor para soportarlo, entereza para enfrentarlo, coraje para dominarlo y, sobre todo, humildad para comprenderlo.

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