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Nacimiento de Mozart

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-01-27 04:00:00

 

Las efemérides me resultan par-ticularmente especiales, in-cluso desde el mismo significado del término De una palabra griega que significa “diario”, el vocablo se refiere a un elemento que marca las posiciones astronómicas, es decir, las estrellas, planetas, cúmulos estelares, constelaciones, galaxias, ne-bulosas y hasta agujeros negros Aun-que utilizar el singular efeméride es válido, la expresión en plural es más correcta, es decir “la efemérides”

No soy astrofísico ni cosmólogo, pero miro mucho al cielo Tal vez por la sensación de abismo que me da la impresión de ser ínfimo y la sorpresa cotidiana de mi insondable ignorancia, ante un universo de inmensidad asombrosa, que se expande a velocidades inimaginables sin que nos de-mos cuenta Pero las efemérides también se refieren a hechos notables en la historia Así veo a Wolfgang Ama-deus Mozart que nació un 27 de enero y de quien siempre esperé un viernes de coincidente conmemoración, para recordarlo, escribiendo de él como el más astronómico de los músicos, en este asombroso descubrimiento de ca-da obra, cuando de repente, después de escucharlo por millares de veces, siempre me ofrece una sorpresa de una estética sorprendente Exacta-mente a las 12 de la noche, comienzo a darle oído a su Vigésimo séptima sinfonía en sol mayor y de la nada, en un momento inesperado, dentro del flujo de sonidos nace el dulce apoyo de una flauta (que nunca había percibido) en medio de cornos y violines que en inefable alegría, crean una verdadera alegoría que jamás ha podido ser igualada formalmente en belleza, en toda la historia de la música por otro autor

Como también vivo cotidianamente la pasión por la medicina, me refugio en la lectura de las características de su nacimiento, un invierno frío, que iba a enfriarse más porque de siete hi-jos que conformarían la unión de su mamá Ana María Walburga Pertl (1720–1778) y Johann Georg Leopold Mozart (1719–1787) solamente iban a vivir dos niños: Ana María y Wolf-gang Algunos biógrafos afirman que fue prematuro sin constatarlo definitivamente Lo que sí está bien documentado es que tuvo una malformación congénita en el pabellón auricular izquierdo que médicamente se co-noce como Oreja de Wildermuth, pero que ahora ya se denomina universalmente como “oreja de Mozart” Los otorrinolaringólogos expresarán que es una “prominencia superior del an-tihélix, causada por su fusión en el hélix, con la concha agrandada, el an-titrago desplazado hacia abajo y un ló-bulo subdesarrollado”

Aunque he tratado de encontrar vi-sualmente estos cambios morfológicos en imágenes elegantemente dibujadas, dentro de mi rudimentaria vi-sión anatómica, no le veo una oreja estéticamente diferente a la de cualquiera Salinas de Gortari definitivamente las tiene espantosamente tenebrosas De todos modos, no he encontrado una pintura de Mozart mostrando su perfil izquierdo, como si ésta ca-racterística tuviese importancia para su padre quien seguramente no deseaba que fuese percibida por todos aquellos que en su época, lo veneraron co-mo uno de los prodigios más extraordinarios que hubiese generado la naturaleza Conformamos una sociedad que desprecia a aquellos que exhiben características genéticamente alteradas con respecto a nuestra aparente normalidad, pero en actitud de falso respeto, ya se denomina a los “discapacitados” como individuos de capacidades diferentes, de la misma forma en la que los jodidos y proles ya somos nombrados elegantemente los “menos favorecidos” o a los ancianos como individuos cursando  la “edad en plenitud” independientemente de la artritis Sin embargo, escucho a Mozart y me identifico con todos los seres hu-manos independientemente de nuestra condición, de nuestras formas, de nuestras ineptitudes o nuestro físico; auque sin poder negarlo, experimento una sensación de náuseas ante cualquier político o empresario abusivo en quienes el dinero y el poder, marcan la constante de una superioridad tan irracional como el hecho de disfrutar un postre de chocolate elaborado con una mitad de ingredientes de cacao y la otra parte, mezclada de mierda Pero así también fue el irreverente Mozart, quien en una recalcitrante vulgaridad, siempre se mostró como era, ante cualquiera

Toda su obra es genial; tanto que no me atrevería a recomendar escuchar algo de él en este día No fue el más grande compositor, el virtuoso más sobresaliente, el prodigio más destacado o el niño malformado que se sobrepuso a la adversidad Simple-mente, Wolfgang Amadeus Mozart, es la música Nada más

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