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Drogas digitales

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-07-06 04:00:00

Generalmente nos espantamos ante los estimulantes del sistema nervioso sin razón, pues nos rodean en una forma inimaginable. La cocaína, el éxtasis, LSD, heroína, o la mariguana se encuentran más cerca de nosotros como nunca en la historia de la humanidad, aunque siempre han existido sustancias usadas con fines recreativos; sin embargo el alcohol, el tabaco, el café y hasta el chocolate también caben en la denominación genérica de drogas.

De hecho, el daño social más grave que es provocado considerándolas a todas es el alcohol, tanto por la dependencia que genera hasta por las muertes que condiciona en una forma indirecta, situación no contemplada cuando alguien se dirige a cualquier expendio de bebidas y adquiere sin problemas, cualquier cantidad y una vez consumidas, volante de auto en mano, se convierte en un asesino potencial.

Otro dato que se deja de tomar en cuenta es que la droga más adictiva y difícil de dejar es el tabaco, que también representa un problema de salud grave con la mortalidad más alta de enfermedades evitables en todo el mundo. A mí me espanta más la droga de la televisión que en programas que literalmente idiotizan, pueden tener un impacto psicológico que es difícil de evaluar. Por esta razón, ante mi jactancia de no ver “la tele” podré recibir muchas críticas, pero no me puedo dejar engañar ante situaciones tan absurdas como dramas de telenovela donde, por citar un ejemplo, se presentan trabajadoras domésticas de físicos impresionantes (yo quiero una de ésas) y pieles más maquilladas que las caras de políticos en campaña, que además de estar enamoradas del “patrón” sin tener qué conquistarlas, no cobran caro por sus servicios y en sufrimientos fugaces, viven en hogares que distan mucho de los verdaderos lugares habitados por las personas que sí trabajan en casas ajenas, con una dignidad especial y con una belleza real que nace de un mestizaje que los europeos desteñidos jamás dejarán de admirar.

Pero últimamente se ha lanzado la alerta de un nuevo tipo de droga denominada “digital” que a través de sonidos y audífonos pueden provocar estados alterados de conciencia, con un impacto en la salud que es difícil de evaluar. Este fenómeno se lleva a cabo por un hecho descrito en el siglo antepasado por el físico y meteorólogo prusiano Heinrich Wilhelm Dove (1803–1879), quien además de haber descubierto que los ciclones giran en sentido contrario a las manecillas del reloj en el hemisferio terrestre del norte, a diferencia de lo que sucede en el hemisferio sur donde se da el sentido contrario, también describió lo que denominó “binaural beats” que podría traducir más o menos como “pulsos binaurales”, y que son sonidos en los que, frecuencias especiales con ligeras diferencias y tiempos con intervalos determinados, pueden condicionar precepciones que van más allá de los que se pueden experimentar a través de los oídos.

La explicación de este fenómeno es complicada, pues abarca cuestiones neurológicas que escapan de mi comprensión. Lo cierto que tonos obtenidos por internet o comprados por vía del teléfono celular, no solamente pueden generar cambios de conducta sino además tener efectos peligrosos como desencadenar crisis convulsivas o incluso, generar adicción.

Este fenómeno no ha sido debidamente estudiado y se ha conocido a través de las comunicaciones que se dan entre los jóvenes por las redes sociales y en las que llegan a mencionar estados de éxtasis que no necesariamente se generan por una experiencia estética en el sentido artístico de la palabra.

El problema de esto es que los alcances son impredecibles y no hay manera de poder controlarlos, pues que no constituyen algo físico como las drogas comunes y corrientes que pueden ser detectadas en múltiples formas. Tampoco puede haber forma de regularlas. No se puede saber si un joven de entre 13 y 20 años se encierra para cubrir sus ojos y someterse a un aislamiento de sonidos que provocarán alteraciones cerebrales, pues a ésa edad, el sistema nervioso es particularmente vulnerable.

Es un fenómeno novedoso pero también definitivamente peligroso que necesariamente debe estudiarse y vigilarse.

Los alcances de las drogas digitales pueden tener impactos sociales de una trascendencia que solamente podremos valorar cuando el daño ya esté hecho como sucede actualmente con la terrible guerra en contra del narcotráfico, que sin haberla pedido como ciudadanos, ya ha dejado más de 60 mil muertos en nuestro país.

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