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El Plan Nacional de Desarrollo y su contraste con la realidad

Por: Susana Rappo

2013-06-07 04:00:00

Diversos miembros de la Facultad de Economía de la UAP, convocados por uno de sus posgrados, el Doctorado en Economía Política del Desarrollo, analizaron, ayer, en tres diferentes mesas, diversos aspectos del Plan Nacional de Desarrollo 2013–2018, presentado por Enrique Peña Nieto. En las páginas de la edición de hoy podrán encontrar bajo la autoría de Javier Puga la nota informativa del acto y parte de las apreciaciones vertidas por los investigadores.

Dos son los aspectos que hoy pretendo resaltar; el primero relacionado con la incongruencia o ambigüedad entre una propuesta que pretende reactivar el crecimiento productivo y económico como base del desarrollo y la estabilidad macroeconómica, que ha derivado en un férreo control inflacionario, basado en las variables monetarias y en una política fiscal de equilibrio, con fuertes impactos en el empleo y los salarios.

Si realmente se pretendiera reactivar el crecimiento, con todo y lo cuestionable del asunto en materia ambiental, es obvio que las bases que se instituyeron como parte del modelo neoliberal deben ser otras. La inversión privada nunca logró convertirse en el motor  de la economía mexicana, frente al papel que jugó en otros periodos la inversión pública. Los procesos de liberalización aunados a la política monetaria y las exportaciones ahondaron la brecha productiva, y sólo los sectores de punta de la estructura oligopólica en distintos ámbitos de la producción manufacturera, el comercio y los servicios lograron beneficiarse, destacando entre ellos las actividades bancarias y  financieras.

Dicho de otra manera, si la apuesta realmente fuera lo productivo endógeno en el sentido tradicional como se maneja en el Plan, el planteamiento de la estabilidad macroeconómica  debería  revisarse.

El otro aspecto busca reafirmar los comentarios anteriores a partir de valorar el  desempeño de la economía mexicana en fechas recientes; en los primeros meses del año, según la información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el proceso de desaceleración se cuantificó, afectando las metas de crecimiento anual, al mismo tiempo que la inflación se incrementó, ubicándose en la primera quincena de mayo en 4.72 por ciento. Una parte de los alimentos y el aumento del gas doméstico, las gasolinas y las tarifas del transporte público, fueron los responsables de del incremento, y como sabemos la afectación al poder adquisitivo de los salarios es directa.

Cuál fue la respuesta al incremento inflacionario;  Banco de México, institución que regula la oferta monetaria, ha retirado de la  circulación en los primeros cuatro meses del año alrededor de 54 mil 500 millones de pesos, con la finalidad de enfriar la economía (inducir una mayor desaceleración) a partir de controlar la demanda, induciendo una mayor desaceleración interna ante un contexto externo adverso. El objetivo de la estabilidad se sitúa nuevamente como el eje principal del accionar económico, bajo la lógica del control monetario, sin importar los costos económicos y sociales. Visión que no comparto y que debería de cambiar si se busca reactivar la base productiva como elemento estratégico; sin embargo, las acciones emprendidas en la coyuntura actual evidencian que no hay cambios en las estrategias a largo plazo que se han constituido desde hace más de dos décadas en el soporte de la estrategia neoliberal.

 

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