La Suave patria, los amigos y... medio cantar

Cuando escribo esto aún no me asomo a Dredd, de Pete Travis, procedente de una tira cómica ya tratada por el cine en 1995, con Stallone en el rol titular. Será que tengo una desconfianza subliminal por su título, de cuyas cinco letras cuatro son consonantes. O será que no ando en tiempos propicios para la acción sci–fi, porque igual tar-dé en aparecer por Resident evil 5: vengan-za, de Paul W.S. Anderson, de nuevo con Milla Jovovich, quien cumple una década encarnando el rol de Alice a lo largo de las cinco películas sobre el ya célebre “huesped maldito”. Mientras que la primera sólo se llamó Resident evil(2002), los “apellidos” de las otras cuatro han sido: Apocalip-sis (04), Extinción(07), Ultratumba(10) y, en efecto Venganza, la que hoy ocupa la car-telera. Costó 65 millones de dólares, pero en sus primeros 15 días de exhibición –worldwide– ipso facto recaudó 71. Mucha plata la que sigue acumulándose en torno a lo que inició en 2002 como un accidente de laboratorio.

Pero mejor comentemos sobre Suave patria, de Francisco Javier Padilla, Amigos (Intouchables), de Olivier Nakache y Eric Toledano, y Eternamente comprometidos (The five–year engagement), de Nicholas Stoller. Suave patria, una comedia mexicana, tiene que ver con un par de aspirantes a actores (Adrián Uribe y Omar Chaparro) que, en su afán de conseguir trabajo y dinero, se involucran en una disputa de piedras preciosas, quedando en medio de dos grupos de poder. Como comedia que es, el pú-blico acepta las descabelladas premisas del argumento; en especial por el mucho talento y cancha de los actores involucrados: ade-más de Uribe y Chaparro, lucen Héctor Suárez, Mario Iván Martínez, José Carlos Ruíz e incluso (brevemente) Luis Felipe To-var como elCuauhtémoc narrador de los sucesos. Todos en el tono paródico que me-jor ajusta a la cinta. Es gracias a ellos –y al buen trabajo del resto del reparto, que in-cluye a Karla Souza como el interés sentimental de los protagonistas– que Suave pa-tria fluye relativamente bien hacia el divertimento ligero que se propuso ser. Pero le-jos está de algo que –diría López Velarde– la Patria impecable y diamantina quiera ate-sorar entre lo mejor de su arte fílmico.

Por lo que respecta a Amigos, es típicamente lo que suele llamarse una crowdplea-ser; y según se reporta, la segunda película francesa más exitosa de la historia, sólo detrás de Bienvenidos al norte, de Dany Boon. Está basada en hechos reales: un mi-llonario cuadraplégico contrata como cuidador residente a un joven de color –que in-cluso tiene antecedentes delincuenciales de poca monta– y entre ambos surge una conmovedora amistad, a despecho de las diferencias de origen, clase social y raza. Lo re-sultante es una especie de cruza –inspiradora– entre el cuento de hadas (varios rasgos acomodan en la fantasía) y la love story (aun-que esto suene raro). La actúan competentemente Francois Cluzet y Omar Sy. El primero remite mucho a Dustin Hoffman, lo que en nada estorba; pero Sy entra frecuen-temente en modo Eddie Murphy, lo que a mi juicio hace más daño que gracia, aunque igual funciona para las búsquedas de la película. Por último, Eternamente compro-metidos es una comedia romántica más sen-sible e inteligente de lo que cabría esperar por su título. Algo larga, habría quedado re-donda con 15 minutos menos. Trata sobre una “perfecta” relación de pareja que se de-teriora al paso de los años, al aplazarse va-rias veces su ceremonia de matrimonio. Ja-son Segel y Emily Blunt están estupendos como los afligidos tórtolos, consolidando un film de muchos buenos momentos. En-tre ellos, ese en el queCucurrucucú paloma es cantada con rotundo acento gabacho, lo que la hace sonar no lánguida, sino gozosamente cursi. Y mientras los cinéfilos reímos ante esto, al cantor gringo –cla-ro– nomás se le iba en “piiuro llorrar...”.