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Los cuatro ejes de la reforma financiera

Por: Arturo Huerta González

2013-06-25 04:00:00

 

La reforma financiera presentada por el gobierno, encaminada a incrementar el crédito y bajar su costo, y hacer del crédito el motor de crecimiento de la economía, considera cuatro ejes. En el primero, da un mandato al banco de desarrollo para que propicie el crecimiento del sector financiero. Tal planteamiento viene a consolidar la actuación y desempeño que dicho banco ha venido teniendo, ya que otorga más financiamiento a la banca, que al sector productivo. Se nos dice que la banca de desarrollo debe impulsar al sistema financiero para que éste beneficie a las familias, y el problema es que por más impulso al sector financiero, no se han canalizado mayores créditos a favor del sector productivo, ni del empleo, ni en beneficio de las familias.

La reforma considera que la banca de desarrollo debe maximizar los beneficios de los créditos que realice, fomentando el crédito privado. Se deja de lado totalmente la forma de actuar de un banco de desarrollo que no debe actuar buscando maximizar ganancias de los créditos que otorga, sino debe otorgar créditos buscando potenciar la capacidad productiva, como la generación de empleo, el desarrollo regional, objetivos que no son prioritarios en tal reforma, ya que no está determinado la forma en que serán atendidos tales sectores, ni la estructura crediticia que predominará en dicha banca, ni el costo, ni el plazo de los créditos a otorgar a tales sectores.

El segundo eje, es fomentar la competencia en el sistema financiero para abaratar las tasas. A través de la competitividad del sector se propiciará mayor oferta crediticia, y reducción de la tasa de interés. El mismo argumento de favorecer la competencia estuvo presente cuando México firmó los Tratados de Libre Comercio. Se dijo que la apertura de los mercados propiciaría la competencia frente a importaciones, y que ello iba a incrementar la eficiencia, la productividad y el crecimiento de la economía, y los resultados han sido que tenemos menos industria, menos agricultura, menos empleo formal que el que existía antes de dichas políticas. Cuando se liberalizó el sector bancario–financiero se nos dijo que vendrían muchos recursos financieros, y que el crédito se incrementaría, y bajarían las tasas de interés, y que ello propiciaría condiciones de crecimiento. Tal política nos llevó a la crisis de 1995 y a la quiebra bancaria, que a partir de ello se dio una fuerte restricción crediticia, y se procedió a la extranjerización de tal sector, teniendo una banca disfuncional a la dinámica económica.

La presente reforma es otra más de las reformas estructurales encaminadas a llevar a que la economía sea más competitiva, pero a lo que llevan es a acentuar la oligopolización de la economía, sin lograr la mayor eficiencia, productividad y competitividad de la economía, ni mucho menos en beneficio de los usuarios bancarios, como se pretende.

En el tercer eje, se contempla generar incentivos adicionales para que la banca peste más y más barato, a través de la competencia. Se pretende a través de otorgar mayor certidumbre en la ejecución de garantías crediticias y mejoras en el marco jurídico que regula los concursos mercantiles de empresas, dar confianza y mayor certidumbre en la ejecución de garantías de aquellos que caen en cartera vencida, para reducir el riesgo de otorgamiento del crédito. La reforma está encaminada a otorgar elementos legales para apoyar y fortalecer a las instituciones bancarias y financieras, tanto a través de garantizarles el cobro expedito de los créditos morosos a través de las garantías colocadas por los deudores para ser sujetos de crédito. El problema es que si bien la certeza jurídica le permitirá a la banca cobrarse a través de la recuperación expedita de las garantías crediticias, ello no implica que el crédito se incrementará, y bajará el costo del mismo. Si la economía no ofrece condiciones de crecimiento y de reembolso de la deuda, la banca no prestará, y las empresas, sean grandes o Pymes, no demandarán a su vez créditos, dado el alto riesgo de perder las garantías por no tener asegurado el reembolso del crédito. La disponibilidad crediticia está en función de la capacidad de reembolso del solicitante del crédito, la cual no ha crecido debido a la política económica predominante.

El cuarto eje de la reforma se encamina a promover mayor expansión de las actividades y servicios financieros que prestan tales instituciones. Se  dirige a incrementar el poder de las instituciones financieras, lo que las potencia a que sigan especulando y no haya entidad reguladora fuerte que las controle para evitar tales prácticas, y para que actúen a favor del crédito al sector productivo, y a la generación de empleo.

La reforma no presenta cambios en la política predominante tendientes a incrementar el ingreso de empresas e individuos, por lo que seguirán los bajos ingresos de los deudores, y no conseguirá que el crédito se incremente, ni que baje su costo, ni se logrará impulsar el crecimiento, y el empleo, ni mejorará la distribución del ingreso, ni el bienestar de la población.

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