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Entre francesas, catrines y charritos

Por: La Redacción

2012-02-13 04:00:00

La política se ha convertido en un carnaval, en
el que los aspirantes se disfrazan para aparentar
aquello que no son, pero que es la única forma
que tiene para arribar a lo que consideran es
vivir en el acierto

*La cuadrilla del Zorro Plateado

*Los catrines tienen mucha lana

*Los charritos al fin completaron su cuadrilla

A la capilla de Lira y Ortega se presentan los capitanes de tres camadas, respetuosos se quitan el sombrero y piden permiso para bailar, saben que nadie puede ejecutar ninguna danza si no se cuenta con la venia de los de arriba. No quieren hacer nada que se interprete como una ofensa y por ello han acudido a solicitar la autorización.

Una vez que son consentidos los tres lanzan el clásico grito: ¡ujujuy, ujujuy, ujujuy! Salen a la calle, delante de cada camada va una diabla; la primera vestida completamente de color verde, la otra de color blanco y la otra de color rojo. Toda su vestimenta es de satín incluida la máscara, lo que hace que se les pegue al cuerpo y se adivinen los hermosos cuerpos tipo pan de fiesta de San Juan.

Con eso de juntar la tradición con la modernidad, a las diablas se les da por colocarse en la cabeza una diadema con cuernos de plástico de luces rojas y en lugar de bastón portan  espadas de las que destellan luces de neón, lo que produce un efecto de huehues en la guerra de las galaxias.

Las camadas se encaminan sobre Lira y Ortega, el ruido que hacen provoca que las personas se detengan a verlas y ellos se acercan, les hacen bromas, hablando como si fueran extranjeros diciendo que llegaron en una avioneta Lear Jet 23, un helicóptero Bell-407 y un Mercedes Benz color negro 1958.

Al llegar a Lardizábal toman a la izquierda, se asustan y luego a la derecha y casi les da un soponcio, por lo que optan por subirse a la plancha del zócalo e iniciar el guateque, no sin antes hincarse y pedir al de allá arriba que los colme de bendiciones porque esperan que esta vez el saldo sea positivo y no deje ningún adeudo como hace tres años que quedaron zapato.

Las francesas de Tlaxco

Las cuadrillas están formadas por hombres y mujeres que han ensayado durante mucho tiempo a la vista del tiachca Zorro Plateado cuyo espíritu esperan que los guíe para convencer a quienes los vean bailar y les sea depositada la buena esperanza, ya que la requieren para llegar a competir en el carnaval del palacio de San Lázaro.

La camada lleva a la cabeza la diabla blanca, ésta se posesiona del espacio, se acerca a los mirones y les coquetea, diciéndoles que ella es la más hermosa, la más capaz, la más bonita y que como ella, todas las integrantes de las francesas fueron criadas por Tlaxco. Ellas van con vestidos de una sola pieza, ajustados y con mangas de pagoda dobladas hacia atrás. En la cabeza una mantilla. Ellos visten pantalón de cuero, sarape de Saltillo, botas de montar llamadas de campana con ataduras de cuero y sombrero de ala ancha.

Es de destacar que la camada de las francesas es la única que no lleva música en vivo, sino grabada, la cual transmiten por una radio con unos potentes bafles que alcanzan para cubrir toda la zona. La capitana tiene la oportunidad de bailar por segunda vez y espera que en esta ocasión las personas de las comunidades la reciban y le pidan que los deleite a cambio de un voto, perdón de una comida y un trago.

Los catrines del 2

No bien han salido las francesas de la plancha del zócalo que salta la diabla de color verde para hacerles lugar a los catrines, quienes como decía Xochitiotzin (1991): “muy pretenciosos y dándose mucha importancia, vestían impecablemente: pantalón negro y levita del mismo color, sombrero alto de copa adornada con una gran pluma de un color [azul] brillante y gran pañoleta, que cubría el rededor de la máscara, la que sonreía picarescamente [como diciendo, ¡no que ya me habían corrido del PRI!] Algunos portaban elegantes bastones [de Tizatlán], delgados y barnizados. Otros se cubrían del sol con paraguas abiertos; muchos calzaban zapato negro de una sola pieza… Las catrinas, muy lucidoras del brazo de los catrines, se engalanaban con vestido de falda alta, todas de seda de color [azul]; con bolsas de mano de diferentes formas [con unas siglas que parecían algo así como boat o Cobat], muchas de las cuales hacían juego con el color del vestido y con sombreros que recordaban las modas de principios de siglo, adornados con grandes plumas y listones anchos de variados colores, [principalmente azul]. Las medias eran de color [azul]. Portaban sombrillas abiertas para protegerse de los rayos del sol que parecían estrellarse en sus brillantes y muy chapeadas máscaras de hermosos ojos y grandes pestañas postizas. Estáticas sonreían coquetamente mostrando los labios [azules] y uno que otro diente de oro.”

Los catrines tienen mucha lana que muestran no sólo en el vestido sino en los grupos musicales porque no llevan una banda sino dos; una azul y otra verde, ellos no esperan a concluir el baile y arrancan rumbo al oeste, ya que deben llegar, por las mismas fechas que los otros, a Chiautempan, Apetatitlán, Contla y Amaxac, donde ya tiene contratados unos bailes, sobre todo con algunos de los meros meros de un partido de color azul.

Quién sabe por qué malas artes a esta cuadrilla se le dio por innovar, llevan unas serie de animales del zoológico, particularmente unas iguanas y unas boas, lo que asusta a las  personas que se detienen a mirarlos, lo que además produce algunos comentarios; ¡No cabe duda de que estos no saben donde están, en Tlaxcala el carnaval es sagrado y deben respetarse las tradiciones! Lo que le lleva a responder al capitán de la cuadrilla: ¡Yo nunca traicioné a nadie!, el interpelado le explica que él dijo tradiciones, no traiciones.

Los charritos de Panotla

Así como van abandonando, la diabla de color rojo se hace dueña y señora, se contonea y grita llamando al capitán para que se apure a tomar la plaza, ya que de no hacerlo otras camadas tomarán el lugar. El capitán forma a sus bailarines haciendo un cuadro y alza la mano para que la música comience, pero nadie le hace caso.

Los músicos se dedicaron a disfrutar del baile que se les olvidó afinar, así que apenas están recogiendo los instrumentos, lo que hace decir a uno de los mirones: ¡Esta es la misma camadita que hace años se vistió de amarillo, esperemos que hayan aprendido a bailar porque la otra vez se la llevaron al baile!

La camada está formada por los llamados charros, aunque a veces se les da por vestirse de catrines, sobre todo desde que fundaron Santa Elena. Los charros visten pantalón, chaleco y corbata negros, además de un manto bordado con diferentes motivos en hilos de colores, chaquira y lentejuela, todos, sin falta, usan botines negros. Complementan su atuendo con una máscara de madera cuya peculiaridad son los rasgos finos, ojos claros, sin barba ni patilla, con un sombrero de terciopelo negro con plumas de avestruz y un chicote de ixtle o “cuarta”.

Se ve que les urge salir a bailar porque no bien la orquesta se ha organizado cuando agarran rumbo al sur, quieren llegar temprano a Zacatelco y ver si es posible que ahí den en el blanco, le seguirán para llegar a Tetlatlahuca y luego por los humedales hasta llegar a Calpulalpan.

Están tan urgidos de que los vean bailar en los pueblos porque llevan mucho tiempo que no lograban completar la cuadrilla, que ahora quieren mostrarse y mostrar que no han perdido el ritmo, aunque algunos de los integrantes de la cuadrilla original se fueron a bailar a otra cuadrilla, la mayor parte se mantuvo como parte de los charros de la Atenas tlaxcalteca.

El carnaval es la forma en que el pueblo rescata sus posibilidades de alegría, de manifestación, de expresión y si para ello tiene que vestirse como sus patrones, lo hace, porque esa es la única vía que tiene para dejar constancia de las desigualdades e inequidades que se produce en la relación de ricos y pobres.

El esquema se repite en la política que se ha convertido en un carnaval, en el que los aspirantes se disfrazan para aparentar aquello que no son, pero que es la única forma que tiene para arribar a lo que consideran es vivir en el acierto, pues como decía don Fidel no se puede vivir en el error y fuera del presupuesto.

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