Nuestros vecinos del norte, una cercanía muy lejana

Eric Hoffer, célebre escritor y filósofo estadunidense, sostenía acertadamente que es más fácil amar a la humanidad en general que a nuestros vecinos y en el caso de nuestro país tal aseveración resulta particularmente cierta.

Nuevamente vuelven a concurrir las elecciones presidenciales de Estados Unidos y México. Tal hecho siempre ha dado lugar a la construcción de los más diversos escenarios que de alguna manera tratan de delinear los riesgos y oportunidades para nuestro país de acuerdo con el perfil de los candidatos estadunidenses.

Hace ya 12 años se tenían las mayores expectativas respecto a la relación entre Vicente Fox y Bush, a tal grado que problemas tan importantes como el de la migración parecían perfilarse en harto beneficiosos para México; sin embargo, ya sea por los hechos fortuitos del 11 de septiembre o por la falta de un compromiso verdadero por parte de los mandatarios en turno, el asunto no fue resuelto.

La relación es complicada y abarca prácticamente todos los temas encabezando la lista el de migración y el de seguridad nacional, pero sin olvidar los nexos que ambos tienen con la cuestión económica y el tema comercial.

En este sentido se considera particularmente importante la posición que toman los candidatos respecto a los temas sociales. En el caso de los republicanos es clara su posición conservadora que está en contra de la inmigración ilegal, a favor del muro en la frontera y su visión para controlar su gasto a través de reducir programas sociales y privatizar los esquemas de seguridad social.

En ese orden, todo parecería indicar que el resultado más favorable para los mexicanos sería el triunfo de los demócratas, cuya apuesta más liberal puede estar en mayor sintonía con los intereses de nuestro país.

El asunto no es tan determinante como parece porque la legalización de los millones de indocumentados, su posición respecto al tema de seguridad nacional y la aplicación de diferentes políticas de intercambio comercial implica más transformaciones que no se constriñen a una mera elección presidencial, ya que requiere una nueva visión, que en principio no es muy bien aceptada por la propia sociedad norteamericana.

En este escenario, aunque por lo regular nos caen mejor los demócratas, por progresistas, integracionistas, etcétera, ello no implica que nos vaya mejor con ellos, porque durante la administración demócrata no se ha frenado la venta indiscriminada de armas, se ha llevado a cabo la proliferación de leyes antiinmigrantes, la criminalización, el reforzamiento del control fronterizo, la xenofobia y el aumento de las deportaciones.

Al respecto, aunque es urgente un nuevo entendimiento, no debemos olvidar que a pesar de la cercanía geográfica, son unos vecinos distantes de nuestros problemas y sobre todo que, tal  y como lo señalara el Premio Nobel portugués José Saramago: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”.