La urgencia

Desde hace unos días a la fecha pareciera que el mundo está a punto de caerse a pedazos, que el país está al borde del abismo y que no habrá lugar donde resguardarse. Si hacemos caso a los candidatos políticos, el futuro de México está destinado al caos, a la destrucción, a perder años de vida y caer en la ignominia.

Si no gana el PAN, dijo Josefina Vázquez Mota entre dislate y dislate, nos perderemos todo el siglo XXI. No podemos continuar por el mismo camino, dice Peña. Y Andrés Manuel no se cansa de recordarnos las cifras catastróficas del actual gobierno.

Ya no digamos los autodenominados “niños incómodos”. Que en un derroche de sentimentalismo y chantaje nos dicen que el país ya no soporta más. Que los “ñores” y “doñita” deben de dejar de pensar en la silla y pensar en los niños. Como se quejaba la esposa del reverendo Alegría: “Nadie piensa en los niños”.

¿Pero en verdad el mundo se acabará en pocos meses? ¿De verdad el país se irá a la ruina si una de las tres opciones no resulta triunfadora? La respuesta es que no. Que siempre hay peores escenarios que los que nos pintan. Que siempre se puede caer peor.

Este sentido de urgencia nos lleva a tomar decisiones apresuradas, motivadas por el miedo y creo que eso es precisamente lo que desean que hagamos. La doctrina del shock, investigada hace algún tiempo por diferentes pensadores, pero explicada y sistematizada por la canadiense Naomi Klein, nos dice que los poderes facticos y el gobierno nos mantiene en zozobra constante para poder tomar decisiones inducidas por el miedo.

La campaña negra contra López Obrador en la pasada elección era la simple repetición de lo que se hizo en Chile con el gobierno de Salvador Allende. Intensificar la percepción de la violencia, del desastre, para que la gente viva con el alma en un hilo y las peores decisiones sean tomadas justificando un mal mayor.

En México se han muerto miles de personas, 60 mil según últimos conteos, pero en países con una percepción mejor en cuanto a su desarrollo mueren más. En Brasil o Colombia se tiene la idea que viven bien. Incluso, se contratan a especialistas colombianos para decirnos cómo tratar al narco, cuando hay regiones dentro de sus mismas ciudades que ni el ejército puede entrar.

Por eso debemos tomar nuestras decisiones con calma, pensando seriamente en quien depositaremos nuestro voto.