Los elementos patrimoniales no se suceden aislados; es la cultura la que establece los tipos y grados de relaciones entre patrimonio cultural y patrimonio natural, y es la ciudad el espacio donde suceden tales relaciones: el escenario.
El arte puede ser un elemento patrimoniable en la medida de sus cualidades artísticas reconocibles (independientemente de su temporalidad, como lo dictan los reglamentos anquilosados e inservibles del INAH), y su presencia en el espacio público revela su importancia al insertarse en un elemento estructurador urbano, donde tiene lugar el paso cotidiano de la sociedad.
Cuando se proyecta un espacio con elementos construidos que consideran diseño, imagen, uso, hay elementos conformadores que motivan la apropiación. Cuando la apropiación del espacio se logra de una manera persistente y con dinamismo, el sujeto o la comunidad que participa en ella obtiene una proyección en el tiempo y garantiza la estabilidad de su propia identidad.
La ciudad también se define por la especialización en sus funciones. Ducci, por ejemplo, considerando las componentes variables de una ciudad, plantea el enfoque tecnológico: la tecnología como instrumento para alterar el medio; el enfoque morfológico: debido a la relación entre forma y función de los elementos urbanos, y el enfoque político: basado en la definición griega de ciudad–estado. A estos enfoques yo agrego otros importantes para nuestros intereses: el enfoque medioambiental: relación entre la urbe y los recursos naturales, la vocación y uso del suelo para la organización territorial; el enfoque social: más allá que se alimenta por la cotidianidad; el enfoque artístico: donde la escultura puede considerarse como objeto urbano, pues puede cumplir una función utilitaria, y el enfoque cultural: el conjunto multifactorial que identifica a la ciudad con su propia sociedad.
La ciudad se construye en conjunto, no aisladamente, por lo que es necesario el proyecto y la planeación. El arte es inherente a la cultura de las sociedades humanas, ya que posee un elemento social cambiante, lo que le mantiene nuevo; corresponde al artista captar este elemento multiforme, formar y plasmar la expresión propia. Pero también le caracteriza al arte, lo mismo que a la ciencia y a la tecnología, su carácter innovador, en donde coexisten la capacidad de ampliar o corregir lo establecido; además de su carácter de utilidad, pues obedece a las necesidades colectivas, en mayor o menor grado, respondiendo a ellas o cuestionándolas, argumentándolas o señalándolas; y con ocasión de resaltar las posturas personales.
A partir de ahí se dan las relaciones, relaciones en el espacio, con la escultura, en el tiempo, con el entorno, componentes multifactoriales que cualifican la vida urbana.
