“Dejen de lado todo pesimismo sobre el país”. Enrique Peña Nieto.
Como una vieja platica motivacional de Miguel Ángel Cornejo, especialista de la iniciativa privada en estos menesteres, así fue el acto entre el inquilino de Los Pinos y Concanaco–Servitur, todos ellos reunidos para festinar “el rumbo adecuado del país” que insisten en creer, idea semejante a la de un “México Desarrollado y Progresista”, falaz visión neoliberal. Pero sus alegrías contrastan con las desgracias de millones de mexicanos sumidos en una miseria aberrante, crímenes, desapariciones y otras tragedias, todas ellas producto de la aplicación de su chata teórica y sus políticas depredadoras.
Descalificando gratuitamente a los analistas serios, Peña Nieto afirmó: “Hay voces que hablan que pasamos por momentos difíciles en nuestra economía y señalan como si se viviera una situación de crisis (sic) es evidente que las cifras muestran una realidad diferente”. Claro los tecnócratas y sus socios no están en crisis, pues los primeros perciben salarios–bonos–gratificaciones–ayudas–compensaciones–moches, que los ciudadanos de este país estamos lejos de obtener; en cuanto los segundos, al otorgar “salarios” de miseria y obtener obras para la construcción de infraestructura cuya calidad no corresponde a su elevado costo, viven un mundo ajeno a la realidad nacional. Así que, por supuesto, ellos no están en crisis.
Utilizando hasta la saciedad el concepto histórico que quizá ni entienda, Peña Nieto en plena euforia abundó sobre este tema: “La economía mexicana –dijo– tiene cifras positivas; existen cifras históricas: aumento del empleo que creció 4.4 por ciento y, en octubre, hubo un incremento de 11.14 por ciento en el consumo en las tiendas departamentales.” Como bien lo señalo hace ya algunos años el ex rector de la UNAM Pablo González Casanova, en su obra México ante la Crisis: “Los neoliberales son diestros en la manipulación de las cifras para ocultar las verdaderas causas de las crisis y desinformar a sus pueblos de las consecuencias de sus políticas”.
Y las cosas se complican aún más no solamente en México, sino en todo el mundo, ya que el triunfo del racista–xenófobo–locuaz Donald Trump, turbia el futuro cercano y, quizás, el de aquí a ocho años; las amenazas realizadas por este individuo en contra del país y sus habitantes, pueden ser una realidad; o probablemente decida él y el grupo que lo llevó al poder, seguir otros caminos para su patio trasero, y no continuar con las políticas desastrosas de Obama en materia económica y migratoria, entre otras, y comenzar a buscar la forma de restablecer la hegemonía yanqui, ciertamente menguada en varias partes del mundo.