Zacatelco parece convertirse en territorio donde la delincuencia organizada se hace dueña y señora. Lo que trastoca viejos arreglos institucionales que se sobreponen a las formas de organización tradicional y explotan.
Lo ocurrido el 8 de abril no es una casualidad, sino el efecto de muchas causalidades. Los jóvenes se agarran a golpes en el mercado municipal. Los transportistas toman las calles por invasión de rutas. El director de Seguridad es acusado de abuso de autoridad.
En eventos simultáneos que no se comunican entre sí agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y de la Procuraduría de Justicia del Estado, termina con la muerte de un taxista y un policía. ¿Seguridad desorganizada?
Que une estos dos hechos: un robo. Lo que destaca es la confianza con la que manipulan para sacar los productos y ponerlos al mercado. ¿Se trata de un territorio controlado por delincuentes?
Una falla de la inteligencia policial hace que los investigadores avancen sin ninguna protección. Lo que provoca la movilización de la población, que lo único que ve es que han asesinado a un vecino.
Los policías detienen a presuntos culpables. La población hace lo propio con los policías y se produce el zafarrancho. Solo hay un ganador: los delincuentes. Pierden las fuerzas de seguridad.
Con un mensaje en Facebook, la autoridad municipal se lava las manos. Expresa su preocupación y desea pronta recuperación a los heridos. Pero de su responsabilidad nada. Como a mí no me pasa nada. No importa lo que ocurra a los otros.
El evento tiene connotación política. Es el momento en que no hay expresión alguna de los candidatos a senadores, ni a diputadas federales por el tercer distrito. Parece que como Nerón, prefieren ver desde lejos como se incendia Zacatelco.