¿Y la excelencia? Es quizá la pregunta más importante que se plantea la ciudadanía y a la que debe responder el gobierno estatal. Porque educación y salud son las áreas a las que se asigna el mayor monto del Presupuesto de Egresos del estado.
La Secretaría de Salud se achica porque casi todos los servicios pasan al IMSS–Bienestar. Sin embargo, los problemas presentados en algunos nosocomios muestran que siguen siendo los mismos del sistema asistencial de salud.
En educación se tlaxcaltequizó la Nueva Escuela Mexicana. Pero, hasta ahora no se conocen los resultados en términos de aprendizaje, capacidades o desarrollo de los niños, niñas y jóvenes tlaxcaltecas.
Hasta el sexenio anterior era común que quienes ocupan estas carteras, tengan una gran exposición mediática por ser los puntales del Plan de Desarrollo y asignación financiera. En este sexenio, el secretario de Educación se quedó solo con la plaza.
Como en toda sociedad la educación plantea el tipo de ciudadano que desea formar. Es un proyecto eminentemente político. Por lo que no debe extrañar la politización que registra la educación. A grado tal que los secretarios se creen naturales candidatos a la gubernatura.
Lo importante es que en razón del horizonte que se plantea se puedan presentar los datos que permitan observar qué tanto se acerca al modelo planteado y no quede a mitad del camino, como sucede durante tanto experimento.
Solo para tomar un dato de referencia, cabría preguntarse ¿A partir de la reforma de 1993 cuántos modelos y planes de estudio ha implementado el sistema de educación pública? ¿Y cuántos de ellos han sido evaluados? La respuesta: Ninguno.
La única referencia que se tiene es la evaluación PISA y la desaparición de la “mal llamada reforma educativa”. Lo que determina la pertinencia de mostrar cómo va el proceso de implementación y el sistema de acompañamiento de la Nueva Escuela Mexicana tlaxcaltequizada como NUMET.