Desde hace muchas omisiones, desde hace muchas negligencias, desde hace muchas apatías se han tejido las historias de niñas y mujeres desaparecidas, de niñas y mujeres muertas por feminicidio, de niñas y mujeres víctimas de trata de personas, de niñas y mujeres víctimas de acoso y hostigamiento sexual, de violaciones, de violencia familiar…
Desde hace muchas omisiones, negligencias y apatías este país se nos desangra por la infame naturalización de las violencias contra las mujeres. El caso de caso de Debanhi Escobar Bazaldúa en Monterrey, su fotografía en medio de la nada, sola y desprotegida es la realidad niñas y mujeres enfrentan en este país que se dice democrático, en este país que ha firmado y ratificado tratados internacionales, en este país que se dio en 2011 una reforma constitucional en materia de derechos humanos de gran calado, pero que ha sido incapaz de hacer que todas las autoridades, de todos los órdenes de gobierno y de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial actúen y garanticen los principios de no repetición y pro persona.
Tlaxcala está atravesada de historias dolorosas, inhumanas e infames. No podemos olvidar, no debemos olvidar a quienes se les ha arrebatado su derecho a vivir libre de violencia y, en tantos casos du derecho a la libertad y a la vida. Tlaxcala está atravesada por el dolor y el terror, por la impunidad y la ineficacia de autoridades como lo demuestran los casos de Karla Romero Tezmol, de Daniela Muñoz y Muñoz, de Cecilia López Hernández y la reciente desaparición de Ana Laura López, solo por mencionar alguno, dan cuenta de las fallas institucionales en materia de prevención, atención, sanción y erradicación de las violencias contra las mujeres.
Es urgente que las leyes que garantizan el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia dejen de ser inobservadas y alienten la simulación; es momento de dejar de ver la alerta de violencia de género como una panacea pues no tiene el andamiaje institucional y presupuestal de dónde sostenerse. Vivas nos queremos, seguras nos queremos y en el ejercicio pleno de nuestros derechos, queremos regresar a casa y trabajar y caminar sin miedo, por eso seguiremos exigiendo justicia.
Ana Laura López Loaiz