Un sistema universitario de cuidados se define como una red de servicios y políticas que ayudan a las estudiantes y trabajadoras con cargas de cuidado existentes, sean hijos, padres, madres o personas dependientes.
El objetivo es permitir que estudiantes y trabajadoras de administración, servicios, docencia e investigación desarrollen sus actividades laborales y académicas de manera más equitativa con el cuidado necesario, promoviendo la igualdad de género y la corresponsabilidad en la comunidad universitaria.
Se basa en el principio de corresponsabilidad social, al redistribuir el cuidado entre la universidad, la familia y los hombres, en lugar del modelo actual donde las mujeres se encargan en mayor medida del cuidado. Para lograrlo, tienen que proporcionarse servicios accesibles y flexibles para todos.
A nivel mundial, los sistemas de cuidados se reconocen como una necesidad básica para el desarrollo social y económico. Por ejemplo, Suecia introdujo cuestiones políticas de ‘reconciliación’ de la familia y el trabajo estatal en los años 70, que incluyen guarderías públicas asequibles y permisos parentales extendidos para padres y madres. Estas políticas aumentaron la participación de las mujeres en el mercado laboral y disminuyó la desigualdad de género en el trabajo remunerado (Ciccia & Bleijenbergh, 2014).
Experiencias en América Latina y México
En América Latina, Uruguay avanza en la creación de un Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), que establece en 2015. Dicho país entiende que el cuidado es un derecho humano, por lo que crea una serie de servicios públicos; entre ellos las guarderías, los centros de día y los servicios de asistencia domiciliaria.
El SNIC es diseñado para cubrir situaciones de dependencia, por ejemplo, niñas y niños pequeños, adultos mayores y personas con discapacidad; además, procura generar mayor corresponsabilidad entre el Estado, la familia y la comunidad (Faur, 2020). En México, la Ciudad de México logra un gran avance en este ámbito. En 2017, establece la primera Ley de Cuidados en Latinoamérica y es el primer país en implementar el Buen Vivir.
El diseño del sistema de cuidado dentro del sistema universitario debe tener presente estas experiencias. La corresponsabilidad y el acceso a servicios de alta calidad no solo aseguran que aquellos que necesitan atención la reciban, sino que también reducen la carga que históricamente han llevado las mujeres.
Componentes esenciales
Para garantizar que el sistema de cuidados universitarios sea efectivo y accesible, debe incorporar una serie de componentes esenciales. Entre otros: la infraestructura de cuidados, que implica la disponibilidad de espacios en el campus universitario con la finalidad de ofrecer servicios de cuidados a niñas, niños y población dependiente.
Como en Suecia, donde las guarderías públicas con personal entrenado permiten la inserción laboral femenina, las políticas de conciliación familiar y laboral, horarios flexibles para los estudiantes y el personal académico y administrativo, licencias parentales compartidas para hombres y mujeres. (Ciccia & Bleijenbergh, 2014)
Uruguay tiene una experiencia similar que ofrece un conjunto de ayudas económicas y servicios de emergencia, como becas y subsidios para estudiantes y trabajadoras pobres y un sistema de atención de emergencia para situaciones específicas como exámenes y reuniones académicas (Faur, 2020).
Por último, programas de capacitación y sensibilización sobre la responsabilidad y equidad de género en las tareas de atención integral. La oferta de capacitación para hombres y mujeres puede inducir un cambio de paradigma sobre lo que se espera que cada género haga.
Servicios que debe prestar el sistema universitario de cuidados
El sistema universitario de cuidados debe proporcionar una variedad de servicios para satisfacer las necesidades de toda la comunidad académica. Algunos de los más importantes son los siguientes:
Guarderías y ludotecas: Se deben ofrecer servicios de atención a las y los hijos de estudiantes, profesores, personal administrativo y de servicios. Estos deben contar con un horario flexible y tener sus puertas siempre abiertas para cumplir con las actividades académicas, como ocurre en los países escandinavos, donde existen guarderías públicas de fácil acceso y de buena calidad. (Björnberg & Dahlgren, 2005).
Centros de día para personas mayores y con discapacidad: Los centros de día para personas mayores y con discapacidades brindan atención diurna a las familias dependientes y brindan una ventaja para que los empleados o estudiantes no tengan que dejar de ir al trabajo o a clase para ayudar a sus familiares.
Apoyo emocional y psicológico; el sistema debe incluir servicios de apoyo psicológico y emocional, ya que las responsabilidades de cuidado podrían estar causando estrés y agotamiento. Un ejemplo de referencia es el sistema de apoyo a cuidadores en Canadá (Fast & Keating, 2000).
Autocuidado y bienestar para promover la salud integral de las personas que asumen las tareas de cuidado en el hogar, lo que puede realizarse mediante talleres sobre autocuidado, manejo de estrés y bienestar emocional.
El acceso a un servicio de cuidado de socorro en caso de emergencia, como eventos académicos esenciales, debe permitir a los estudiantes y proveedores de cuidados asistir a las actividades sin la preocupación de las responsabilidades de cuidados.
Modificar la orientación de las profesiones centradas en el cuidado
En la Universidad Autónoma de Tlaxcala, la matrícula en carreras como Psicología, Ciencias de la Educación, Nutrición, Cirujano(a) Dentista y Trabajo Social supera el 70 por ciento. Para cambiar esta tendencia y aumentar la participación masculina en estos sectores, se necesita una serie de estrategias:
Campañas de sensibilización: Se deben diseñar campañas que promuevan la participación masculina en las carreras de cuidado. Esto puede incluir testimonios de hombres que ya se desempeñan en estas profesiones, rompiendo con los estereotipos de género que asocian el cuidado únicamente con las mujeres.
Incentivos y becas: Brindar incentivos financieros, como becas específicas para hombres interesados en estudiar profesiones relacionadas con el cuidado, puede ayudar a aumentar la participación de género en estas profesiones.
Ofrecer incentivos económicos, como becas específicas para hombres interesados en estudiar profesiones relacionadas con el cuidado, puede contribuir a que se vaya incrementando la participación de género en esta profesión.
Revisión curricular: El contenido del trabajo relacionado con los cuidados debe incluir perspectivas de género que fomenten la igualdad y la responsabilidad compartida en el cuidado. Por ejemplo, en Finlandia se incorporan cursos sobre igualdad de género en las carreras de educación y cuidado infantil (Kangas et al., 2020).
Profesionalización del trabajo de cuidados: es necesario mejorar la situación salarial de las profesiones y mejorar la profesionalidad de los servicios de atención. Todavía existen grandes desafíos en la comercialización de los servicios de cuidado en México, pero es importante que estos servicios sean valorados e importantes, y no se limiten a los empleos tradicionales de bajos salarios.
Por último
Por último, pero no menos importante, un sistema universitario de cuidados es un enfoque crucial para fomentar la igualdad de género y mejorar la calidad de vida de todos los miembros de la comunidad académica. Este sistema no solo apoya a quienes asumen responsabilidades de cuidado, sino que también fomenta la igualdad de oportunidades para estudiantes y trabajadoras al proporcionar servicios de cuidado accesibles y de alta calidad.
Las experiencias de países como Suecia y Uruguay muestran que es posible diseñar sistemas efectivos basados en la corresponsabilidad y el acceso equitativo. Además, es urgente modificar la orientación de las profesiones centradas en el cuidado mediante la sensibilización, revisión curricular y profesionalización para garantizar que estas responsabilidades sean compartidas de manera equitativa entre hombres y mujeres.