La transparencia está herida, está manchada por las manos e intereses políticos de los diputados.
Aunque estaban en la posibilidad de concluir su mandato constitucional de una manera algo decorosa. Los diputados, por su incapacidad o por sus intereses personales, dilapidaron esa oportunidad.
Es que el proceso de renovación del Consejo General de la Comisión de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales de Tlaxcala (Caiptlax) ya está plagado de dudas, suspicacias y en medio de imputaciones por la ilegalidad del procedimiento.
Aunque el presidente de la Comisión de Información del Congreso, el priista Francisco Javier Romero Ahuactzi se ha rasgado las vestiduras en aseverar que en este proceso de unción deberá prevalecer la legalidad y los mejores perfiles, lo cierto es que sus acciones y omisiones lo alejan de sus principios.
No hay peor consejo que un mal ejemplo, dice un refrán que en este caso aplica a la perfección.
Aunque ya había dudas e imputaciones sobre la forma en la que habría de designarse a los comisionados de la Caiptlax, lo cierto es que con sus acciones, los diputados se han esmerado en tirar la poca confianza que todavía había en ellos
Desde el inicio, los diputados pusieron en tela de juicio la legalidad del proceso. Incumplieron la Ley de Acceso a la Información, pues no emitieron la convocatoria de renovación de la comisión con una anticipación de 45 días respecto a la conclusión del mandato de los actuales comisionados.
Tampoco respetaron sus lineamientos. Un día aseguran que 13 de los 27 aspirantes que acudieron a su convocatoria habían cumplido con los requisitos de elegibilidad y unas horas más tarde reculan y aumentan el número de participantes.
De una y otra manera los legisladores han sembrado las dudas sobre este procedimiento y con ello enterrarán la poca credibilidad que la ciudadanía tiene sobre ese organismo autónomo.
Sea cual fuere la determinación que tomen los diputados respecto de la integración de la Caiptlax, es una realidad que quienes lleguen al cargo de comisionados carecerán de legitimidad, pues las dudas sobre sus capacidades pesarán sobremanera. La transparencia está herida, está manchada por las manos e intereses políticos de los diputados.