Un traje a la medida es la pretensión de los dirigentes de partidos políticos, quienes ávidos de poder, pretenden aumentar el número de diputados locales, lo cual no tiene justificación ni numérica ni poblacional y mucho menos, un fundamento respecto a la efectividad del Legislativo local como hacedor de normas y contrapeso del Ejecutivo y Judicial.
Y mucho menos se justifica que dicho incremento se quiera en curules de representación proporcional, esas que históricamente están secuestradas por las camarillas partidistas o se dan al mejor postor.
La semana pasada, dirigentes de los partidos PAN, PVEM, Movimiento Ciudadano, Encuentro Social e Impacto Social Sí propusieron al Congreso local reformar la Constitución Política a fin de aumentar en cinco el número de diputaciones locales para llegar a 30, con el argumento de “garantizar el equilibrio que debe existir entre partidos”.
Sin embargo, no hay justificación en aumentar el número de diputados locales, porque, al menos en las últimas ocho legislaturas, el papel de los congresistas ha sido de subordinación al Ejecutivo, sin cumplir su función constitucional y solo se han transformado en ejecutores de obras y gestores de recursos con ganancias personales millonarias.
Tampoco hay justificación, por ejemplo, por la representatividad que otorga cada uno de los congresistas. En Quintana Roo, Querétaro y Yucatán, sus Congresos también se integran por 25 diputados, como en Tlaxcala, solo que allá tienen mayor número de habitantes, 1.6, 2.2 y 2.3 millones de pobladores, respectivamente.
La propuesta, emanadas de fuerzas políticas de oposición al gobierno estatal y federal, no busca fortalecer el sistema de competencia electoral, sino aumentar el número de diputaciones de partido o representación proporcional, con la idea de que todas o la mayoría de las minorías tengan una curul en el Congreso del estado. Pretenden igualar el número de escaños de mayoría con el de representación proporcional.
Además, insaciables, los dirigentes partidistas proponen que en esta elección, las primeras posiciones de las listas plurinominales sean para hombres, con la casualidad de que las fuerzas electorales promoventes son presididas por varones. Quieren una legislación a la medida.