Las cifras oficiales destacan que, durante el mes de mayo, Tlaxcala fue la entidad federativa más segura de todo el país. El discurso oficial y de viva voz de la gobernadora se enfatiza que no existirá un cambio en la estrategia de seguridad, pues está funcionando. El principal argumento es la tan presumida posición al tener la menor tasa de incidencia delictiva.
Sí, somos el estado más seguro en un país donde la violencia está desbordada; tan sólo en los primeros 15 días de mayo se contabilizaron mil 226 asesinatos, es decir, 82 cada día y, según las autoridades, representó la cifra más alta desde marzo de 2020.
Sí, somos el estado más seguro, pero junto con Puebla, somos identificados por la organización Causa Común como las entidades con el mayor número de linchamientos. Y hay que ver lo que ha sucedido este fin de semana con el intento de linchamiento de dos mujeres que presuntamente intentaban secuestrar a un menor y la vulneración a los derechos humanos del foto periodista Jesús Alvarado, quien fue intimidado y privado ilegalmente de su libertad.
Sí, somos el estado más seguro, pero la percepción ciudadana es de inseguridad, de incertidumbre, incluso de miedo y de una profunda desconfianza hacia las autoridades, lo cual es no sólo preocupante sino sumamente peligroso, pues vulnera el Estado de derecho, al que la ONU define como “un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos”.
Sí, somo el estado más seguro del país, pero se nos multiplican los asesinatos, los feminicidios, las desapariciones, los robos y demás delitos; al igual que se multiplica exponencialmente la impunidad y la falta de acceso a la justicia de las víctimas y sus familias. Somos el estado más seguro del país, urge que quienes vivimos aquí sintamos que de verdad vivimos en un estado seguro y con confianza en las autoridades y, para eso sí que se necesita un cambio de estrategia urgente.