Tianguis electoral 2024. Amanece en Tlaxcala y el sol ilumina un escenario único. ¡Pasen, pasen al pasillo principal! Aquí tenemos los resultados más frescos, recién salidos de las urnas. Miren nomás qué bonito surtido de municipios nos ha dejado esta cosecha electoral.
En el puesto más grande, Morena despliega su mercancía como si fueran los mejores nopales de la región. ¡Llévese sus 32 municipios! ¡Más frescos que un amanecer en La Malinche!, grita el Margarito, mientras acomoda su pila de alcaldías como si fueran una pirámide de latas en el súper.
Un curioso se acerca: “Oiga, ¿y esa alcaldía de Tlaxcala capital?” La Sábila sonríe: “Esa, mi estimado, es la joya de la corona. Se la llevó Alfonso Sánchez García. Viene con todo y zócalo, ¿no le interesa?”
Más allá, en un puesto más modesto, el PRI y el PAN tratan de vender sus ocho municipios. “Antes éramos los reyes del mercado”, suspira un priista nostálgico, “ahora andamos como si vendiéramos paraguas en tiempo de secas”.
“¡Pero son de calidad!”, interviene un panista, sosteniendo en alto la alcaldía de Xiloxoxtla como si fuera un trofeo. “Mire nomás qué bonita le quedó a Yazmín Jiménez Rugerio. ¡Y viene con impugnación de regalo!”
No muy lejos, el Partido Verde presume sus siete alcaldías. “¡Échenle un ojito a Huamantla!”, exclama Teutila. “Está para chuparse los dedos, aunque nos la quieren manchar con una llamada telef.. perdón, con una impugnación.”
Y como en todo buen tianguis, no podían faltar las ofertas sorpresa. “¡Llévese, llévese su alcalde independiente!”, grita un Jicotencal solitario. “¡Único en Santo Toribio Xicohtzinco! ¡No hay otro igual en todo Tlaxcala!”
Al final del pasillo, un grupo de votantes despistados mira confundido el mapa electoral. “Oiga”, le preguntan a Tránsito, “¿y dónde quedaron el PRD y MC?” El Tránsito se encoge de hombros: “Pos quién sabe, mi chavo. A lo mejor andaban distraídos tomándose la foto pa’l Face y se les pasó la elección”.
Sección de regateo
Ahora pasen al pasillo más ruidoso del tianguis, donde el regateo está más caliente que una salsa de habanero. Bienvenidos a la sección de inconformidades, ¡donde todo se vale menos perder con dignidad!
“¡Aproveche la oferta del día!”, grita Jicotencal, encargado del puesto del Tribunal Electoral. “¡Tenemos 91 impugnaciones al precio de 60! ¿Quién da más? ¿Quién da más?”
Un candidato perdedor de Apizaco se acerca tímidamente: “Disculpe, ¿no me puede cambiar esta derrota por una impugnación?” El Jicotencal lo mira con picardía: “Claro que sí, joven. Pero va a tener que ponerle una embarradita de irregularidades y un chorrito de ‘me robaron la elección’ para que amarre”.
En el puesto de al lado, el representante del PAN está que no lo calienta ni el sol. “¡Cómo que perdimos Tlaxcala capital!”, exclama. “A ver, a ver, ¿no me hace un 2×1 en impugnaciones? Mire que traigo una denuncia por rebase de topes de campaña más inflada que piñata en posada.”
La Sábila, vendedora en el puesto del ITE, lo mira con cara de “ya ni la amuelas” y le responde: “Lo siento, mi estimado panista, pero esa mercancía ya no tiene devolución. ¿No gusta mejor una regiduría de consolación? Mire que están al 2×1”.
Mientras tanto, en un rincón, los representantes de MC y Nueva Alianza hacen cuentas con los dedos. “A ver, ¿cuántos votos necesitamos para una plurinominal?”, pregunta uno. “Con los que tenemos, si acaso nos alcanza para una beca de Jóvenes Construyendo el Futuro”, responde el otro, desanimado.
Y como cereza del pastel, no podía faltar el puesto de “Impugnaciones Express”. “¡Aquí tenemos de todo!”, Teutila grita: “¿Quiere anular una casilla? ¿Prefiere invalidar todo un municipio? ¡Tenemos el paquete completo! Y si compra ahora, le regalamos un amparo pa’l futuro, por aquello de las dudas”.
¡Liquidación total!
Señoras y señores, hemos llegado al área VIP del tianguis: el puesto del Tribunal Electoral. Aquí es donde se cocinan los chimolitos más picosos de la política tlaxcalteca.
“¡Atención, atención!”, grita el Tránsito, magistrado en jefe, parado sobre una caja de refrescos. “¡Gran barata en sentencias! Tenemos de todos los sabores y colores. ¿Quiere anular una elección? Tenemos tres disponibles: Tecopilco, Huamantla y Xiloxoxtla. ¡Se venden completas o por casillas!”
Un abogado electorero se acerca, rascándose la barbilla: “Oiga, ¿y esas actas de escrutinio de Santa Cruz Tlaxcala?” El magistrado Tránsito hace una mueca: “Uy, licenciado, esas están más perdidas que candidato en debate. Pero no se me agüite, le podemos ofrecer una apertura de paquetes electorales. ¿Le late? Viene con su conteo incluido, por aquello de las desconfianzas”.
En eso llega corriendo el representante de Morena en Teolocholco: “¡Ay, Tribunal de mi vida! ¿Es cierto que van a recontar los votos?” El magistrado Margarito asienta: “Así es, joven. Es que había más votos nulos que diferencias entre el primero y el segundo lugar. Ya ve que aquí en Tlaxcala hasta los anulados quieren su minutito de fama.
No muy lejos, los consejeros del ITE andan más nerviosos que candidato en antidoping. “Nos ordenaron rehacer la asignación de regidurías en Acuamanala, Apizaco, Sanctórum y Tzompantepec”, explica uno. “Es que al parecer nos comimos unas letras en la ley electoral… o unos números… o todo el reglamento, ya ni sé”.
Y como bonus track, el Tribunal decidió cambiar el ganador en la presidencia de comunidad de San Buenaventura Atempan. “Es que estaba muy aburrido el resultado original”, bromea la magistrada Sábila. “Le dimos un poco de sazón cambiándolo de Nueva Alianza a Morena. ¡Pa’ que vean que sí trabajamos!”
¡El chisme del tianguis!
Y ahora, damas y caballeros, llegamos al puesto más concurrido del tianguis: ¡El caso Huamantla! Aquí el chisme está más sabroso que los muéganos en día de feria.
“¿Ya supiste?”, pregunta Sábila a Teutila, mientras acomoda sus chayotes. “Dicen que en Huamantla los votos se los llevó el remolino… o más bien, el Partido Verde los sembró como si fueran magueyes”.
“¡Qué barbaridad!”, responde Teutila. “¿Pues qué no que muy ecologistas? Salieron más bien expertos en reciclaje… ¡de funcionarios de casilla!”
En eso, llega el candidato de Morena, Juan Carlos Santiago Pimentel, con su impugnación bajo el brazo: “¡Ande, Tribunal! ¿A cómo me compra esta victoria moral? Viene con todo y pruebas de que el Verde llenó las casillas con sus empleados, como si fueran piñatas en posada”.
El magistrado Tránsito lo mira con interés: “Mmmm, interesante su mercancía, joven Pimentel. ¿Dice que tiene irregularidades en más del 20 por ciento de las casillas? Pos ya con eso nos da pa’ una elección extraordinaria. ¿Le ponemos un moñito?”
No muy lejos, el candidato del Verde, Salvador Santos Cedillo, trata de defender su triunfo: “¡Pero si yo gané limpio! Mis empleados solo querían ayudar, como buenos ciudadanos. ¿Qué no puede uno dar chamba y democracia al mismo tiempo?”
“Sí, cómo no”, le contesta la magistrada Teutila, “y yo nada más vine al tianguis a comprar tlacoyos. Mire, don Chava, parece que su elección está más chueca que una pata de mesa vieja. Ni modo, va pa’fuera”.
Mientras tanto, en un rincón, la candidata del PRI, Yazmin Jiménez Rugerio se frota las manos: “Conque anularon la elección, ¿eh? Ahora sí, la tercera es la vencida. ¡Prepárense para el regreso de la aplanadora tricolor!”
Y así, el caso Huamantla queda como el aguacate del tianguis: todos lo apachurran, pero al final nadie se lo lleva. “¿Entonces qué?”, pregunta un ciudadano confundido. “¿Vamos a votar otra vez?” El magistrado Jicotencal asienta: “Simón, mi chavo. Pero esta vez vamos a vigilar las casillas como si fueran olla de carnitas en fiesta de XV años. ¡Ni un voto se nos va a pelar!”