Solo y su alma, así se está quedando el secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez Hernández, quien por su soberbia, altanería, incapacidad de manejo de grupo, pero sobre todo por su proclividad al culto de su personalidad, se ha echado en su contra a la mayoría de los servidores públicos.
Los integrantes de los poderes Legislativo y Judicial, y dirigentes de partidos aliados –la oposición siempre lo ha aborrecido– ya no ven al morelense como un interlocutor serio, ya que el encargado de la política interna del estado dejó de ser para ellos un personaje confiable.
Lo mismo ocurre con organismos autónomos que, salvo honrosas excepciones, prefieren buscar otros canales de interlocución que con la persona que fue impuesta como titular de la Secretaría de Gobierno. La misma condición se repite con los alcaldes, quienes en su mayoría ya se dieron cuenta que no los pueden engañar con el petate del muerto ni con discursos engañabobos.
Ahí están algunas convocatorias o citas a reuniones de trabajo, en las cuales el funcionario se ha quedado solo o únicamente con representantes de los convocados. De esa forma, “se están cobrando” los desplantes que les había hecho.
A no ser por el séquito de aplaudidores que tiene –algunos les llaman empleados y cómplices– en la Secretaría de Medio Ambiente, Protección Civil, Coeprist y Procuraduría del Medio Ambiente, el resto de los funcionarios estatales prefieren atender y desahogar sus problemas y conflictos sin la intervención de Ramírez Hernández.
El morelense logró unir a todos, pero en su contra, y de eso la gobernadora ya se dio cuenta, por lo que ha tenido que intervenir para mediar en su favor, aunque nadie alcanza a explicarse por qué lo mantiene en la segunda posición más importante de su gobierno, ya que el morelense se ha encargado de aislarse para quedar solo y su alma.
Mientras, un formidable logro está por anunciarse para Tlaxcala, como es la construcción de un gran hospital del IMSS en el municipio de Zacatelco. La disposición y lucha de activistas tiene ya sus frutos, aunque ahora el gobierno del estado, principal opositor de la obra, ya se frota las manos para adjudicarse la gestión.