Sábado, febrero 8, 2025

Sí, es un gran avance para los derechos de las mujeres; pero no, no llegamos todas

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Sobre la participación política de las mujeres en el país, Marcela Lagarde nos ha compartido importantes reflexiones, entre ellas, coincido cuando dice que “si arriban a los espacios políticos mujeres con conciencia, tradición y acciones políticas feministas, su presencia y participación contribuye a llevar a la esfera de la política, las necesidades, las aspiraciones, los intereses, las denuncias y las propuestas de mujeres que construyen alternativas sociales”; ella logró grandes aportes al marco normativo en materia del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia como funcionaria pública en la Cámara de Diputados; su carrera política le permitió influir en las políticas y estructuras sociales para abordar la discriminación a la que se enfrentan las mujeres.

Mucho se ha dicho que el logro de una significa un avance para todas, pues en estos logros se ven reflejadas las luchas históricas feministas, que han agrietado al sistema, del que hemos tenido que arrebatar prácticamente cada derecho, que han incidido en la construcción de oportunidades para romper con los roles y estereotipos impuestos a nuestro sexo; estos avances significan nuevos retos para disminuir las brechas de género en todos los ámbitos que pueden simbolizar el camino para otras, pero no para todas; pues con esto no se hace frente por sí solo a las condiciones de discriminación y desigualdad estructural que impacta más en unas.

Decir que la mujer que hoy llega a la presidencia actuará bajo total autonomía, es una creencia inocente, si no reconocemos las prácticas machistas partidistas que han hecho uso a modo de estos avances para mantener el poder para unos cuantos, adaptándose siempre el patriarcado. Basta con mirar las prácticas y hechos desde lo local, mujeres que han ocupado cargos de presidencias municipales, diputaciones o gubernaturas, poco o nada ha cambiado la política de Estado para atender las necesidades de las mujeres, siguen las líneas de sus partidos, cuidando no salirse de la norma; mantienen una gran resistencia para integrar en las agendas políticas las deudas históricas hacia las mujeres.

Claro ejemplo ha sido la imposibilidad de avanzar en la despenalización del aborto en Tlaxcala, evidentemente se han impuesto los prejuicios personales de gran parte de diputados y diputadas, pero mucho ha tenido que ver el deber actuar conforme a los principios de sus partidos, muchos de los cuales continúan actuando bajo el conservadurismo y prácticas patriarcales que no están dispuestos a proteger plenamente los derechos de las mujeres. Incluso, se pronunciaron en contra de las cuotas de género, diciendo que “se pretendía quitar el poder a los hombres”. Esa es su preocupación, no la de velar por los derechos humanos.

Sin duda, el hecho histórico queda marcado en nuestro país, no se pone en duda que el momento era esperado y ha sido merecido que una mujer llegue al mayor cargo público por voto popular; pero perder de vista, entre el festejo, que nuestro país seguirá regido por un partido político que ha defendido a agresores, que ha declarado que las colectivas feministas somos “opositoras y conservadoras, con el único propósito de afectar su gobierno”, que nunca recibió a las redes de madres buscadoras o a las familias víctimas de feminicidios. Si lo que esperamos es que esta política de Estado cambie, no podemos bajar la guardia pensando que la mujer que llega al poder, con bandera de un partido, llegue preocupada por las realidades de todas.

Con la presidenta electa obtenemos un importantísimo avance, pero no la garantía del pleno goce en materia de derechos humanos de las mujeres; claro que se puede respirar una esperanza, porque en 200 años de gobierno independiente, y tras 70 años de adquirir el derecho al voto, las mujeres han escalado al puesto más alto, haciéndolo en contextos de violencia feminicida, desacreditación, falta de apoyo económico y político desde sus partidos y con muchos obstáculos durante el desarrollo de sus funciones; lo que muestra cómo los sistemas estructural y cultural siguen impidiendo un verdadero avance para las mujeres.

Es necesario que, como en cada administración nueva, hagamos un análisis crítico y profundo de lo que nos significará su gobierno en la defensa de los derechos humanos y específicamente de las mujeres, no podemos sólo ver a una mujer que llega a la presidencia sin contemplar las decisiones que ha tomado en otros espacios de poder, que ha gaseado a las mujeres que han salido a marchar durante su gobierno en la Ciudad de México; la que ha negado la realidad sobre feminicidios y desapariciones, usando cifras institucionales que manipulan la realidad y que invisibilizan los contextos de violencia feminicida, afirmando durante el primer debate que los feminicidios iban a la baja; que ha utilizado discursos y se ha apropiado de posturas para simpatizar, como una constante práctica de los partidos políticos.

Como con cualquier otra autoridad, debemos cuestionar sus posturas políticas que tendrá, no solo al interior de nuestro país, sino hacia el exterior, pues el contexto internacional vive una crisis de violaciones a derechos humanos y es inhumano guardar silencio e, incluso, coludirse ante los genocidios que estamos viviendo y sus impactos en las mujeres y la población más pobre. Palestina es un claro ejemplo.

Lo siento, pero no, con la presidenta electa no llegamos todas, porque no se contemplan realmente las condiciones de violencia feminicida que vivimos las mujeres, los contextos de saqueo de los pueblos originarios, la pobreza extrema de millones de mujeres; desde el primer debate mostró su total desinterés por profundizar en una agenda política que dé respuesta a las necesidades del 52 por ciento de la población mexicana, no ha demostrado en ningún momento su trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres; por el contrario, durante el primer debate mostró su indiferencia sobre las problemáticas de las mujeres respondiendo que “ya era suficiente de ese tema”, siguiendo con la promoción de los programas de apoyo del gobierno actual como la “gran respuesta a todos los males del país”.

A pesar de ser apoyada por algunas feministas, no significa que ella lo sea, no significa que abra el camino para todas, cuando se muestra entre hombres como Félix Salgado Macedonio, quien fue denunciado por acoso y violencia sexual y sigue en la total impunidad bajo la protección del partido y las instituciones. Entonces, ¿con quién será su compromiso?

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