Un avance significativo en los derechos político–electorales de las mujeres en México aconteció hace 68 años, con el reconocimiento del derecho al voto femenino, pues el 17 de octubre de 1953 se promulgaron las reformas constitucionales para que ejerciéramos una ciudadanía de manera plena.
Hace 68 años se dio un paso preciso para construir las condiciones necesarias para impulsar y reconocer la paridad de género como un principio constitucional que permite una participación y representación igualitaria entre mujeres y hombres en la vida pública y política nacional.
En blanco y negro esta paridad existe y se visibiliza en la conformación de la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados (nombre que debe ser complementado por un “y diputadas), por 250 legisladoras y 250 legisladores; además de que, tras las últimas elecciones en este 2021, siete mujeres gobiernan las entidades federativas de Chihuahua, Guerrero, Colima, Campeche, Baja California, Ciudad de México y Tlaxcala. Nadie puede negar que las mujeres hemos conquistado ya una importante representación descriptiva.
Sin embargo, aún tenemos un importante trecho por recorrer para transitar de esta representación descriptiva, para lograr la impostergable representación sustantiva que va mucho más allá de la sólo presencia de las mujeres en los espacios de poder. Baste observar cuantas mujeres dirigen a nivel nacional y estatal a los partidos políticos, cuántas gobiernan y ejercen el poder con una agenda igualitaria, incluyente y feminista.
Ha sido altamente reveladora la fotografía de los dirigentes de los institutos políticos de oposición y un puñado de hombres de la sociedad civil en esta alianza opositora denominada “Va por México”.
Esta fotografía, como tantas y tantas más de espacios de poder en que ninguna mujer está presente o en que estamos confinadas a papeles secundarios, nos indican que sigue sin entenderse que no puede existir democracia si nosotras no somos parte del poder y tomamos paritariamente decisiones políticas. Las mujeres seguimos avanzando cuesta arriba, fortalecidas desde la sororidad seguimos tejiendo y soñando por y para todas, porque nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.