En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en 1991 se inició la Campaña de los 16 días de Activismo contra la violencia hacia las mujeres, misma que invita a promover acciones para visibilizarla y erradicarla; en este sentido, se han establecido algunas fechas de conmemoración que coloca en el medio a las diversas expresiones de violencia que por razón de género estamos expuestas, así como mencionar aquellos espacios que suman al trabajo que se realiza para modificar esta realidad.
De tal manera, el 29 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos y de quienes trabajan por los derechos humanos de las mujeres y está dedicado al reconocimiento de las mujeres que, a título individual o colectivo, trabajan para hacer realidad los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las diversas normas que la desarrollan. Este día fue declarado durante la Primera Consulta Internacional de Mujeres Defensoras que se realizó en Colombo (Sri Lanka) en 2005 y se celebra cada año desde 2006. La primera resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU sobre las defensoras de derechos humanos fue aprobada el 18 de diciembre de 2013 y es conocida como “Resolución defensoras”.
Las mujeres que desde una multitud de espacios han contribuido a la visibilización de las violaciones a nuestros derechos humanos se encuentran en permanente riesgo, especialmente quienes se encuentran en regiones rurales o semiurbanas, quienes colocan en lo público temas como los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a vivir libres de todo tipo de violencia, a vivir libres de cualquier forma de explotación, mujeres que desde el periodismo generan información acerca de estas violaciones a nuestros derechos.
De manera constante se intenta reprimir estas acciones mediante amenazas, ataques cibernéticos o diversos actos de intimidación y hostigamiento, incluso generando campañas de odio y descrédito basadas en estereotipos de género, agresiones sexuales, ataques a las familias, o llegando a feminicidios por parte de personajes con poder. México es el país mesoamericano más violento para las defensoras con mil 360 agresiones registradas de 2013 a 2016, y 22 defensoras asesinadas de 2012 a 2017.
El mismo concepto de feminismo es muy a menudo malinterpretado, denigrado y desacreditado, incluso por algunos actores en la misma comunidad de derechos humanos, invalidando las aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos, minimizando las acciones emprendidas que sirvan para informar, reflexionar o visibilizar cualquier tipo de violencia ejercido contra las mujeres.
Según especialistas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ser mujer y activista en la defensa de los derechos humanos hace aumentar los riesgos que enfrentan en el desempeño de su trabajo; afectan su salud, su vida, sus relaciones familiares y comunitarias. También inhiben que más mujeres ejerzan sus derechos políticos y contribuyan con su participación al desarrollo y la democracia de toda la sociedad.
La participación política y pública de las mujeres en la sociedad y el trabajo histórico de las organizaciones de mujeres y grupos feministas han sido una de las principales expresiones de la democracia y un motor indispensable para el reconocimiento de la mujer como sujetas plenas de derecho. Cada vez hay más mujeres que están plenamente convencidas que desde la difusión y defensa de todos los derechos humanos de las mujeres podremos generar una desestructuración a los sistemas de opresión que intentan seguir dominando nuestras vidas, nuestra sexualidad y nuestra autonomía.
Desde la sororidad, entendida como una posibilidad para eliminar la idea de enemistad histórica entre las mujeres, se puede construir y unir a las redes para compartir el análisis de los problemas que vivimos las mujeres, la información y dar apoyo emocional y psicológico desde la racionalidad empática, escapando así de los mecanismos aprendidos en el patriarcado de chantaje emocional y manipulación.
Esto no significa que el trabajo para la erradicación de la violencia deba ser única y exclusivamente de las mujeres, existen formas en las que los hombres puedan aportar a estos esfuerzos permanentes que hacemos las defensoras de los derechos las mujeres, sin invadir espacios que hemos generado para cuestionarnos, formarnos, fortalecernos y compartir reflexiones; por lo que tienen también una responsabilidad en generar los espacios en los que tengan la posibilidad de modificar sus códigos masculinos desde la violencia y la dominación y podamos contar con verdaderos aliados para erradicar la violencia de nuestras relaciones y nuestra cotidianidad.
Debemos ser más quienes desde el espacio que ocupamos tengamos la posibilidad de defender todos los derechos de las mujeres, debemos ser más quienes tengamos la convicción de no violentar de ninguna forma, en ningún espacio, a las mujeres por el hecho de serlo.
En estos 16 días de activismo, invitamos a sumarse a la población en general a los espacios de información, reflexión y análisis de la realidad en la que nos encontramos las mujeres de Tlaxcala, impulsando estrategias propositivas en todos los niveles.
