Sin duda, el nuevo gobierno, encabezado por Lorena Cuéllar, tiene la oportunidad de generar cambios importantes en el desarrollo de la entidad y en ese sentido la propuesta de alineación del Plan Estatal de Desarrollo (PED) con los planes municipales de Desarrollo (PMD) es pertinente, siempre y cuando se identifiquen varios aspectos entre los que destacan la articulación con el Plan Nacional de Desarrollo, la posición de la entidad en la región centro país y la relación intrarregional entre los municipios. Cada municipio tiene relación con los contiguos, llámese zonas metropolitanas, zonas conurbadas u otras conceptualizaciones. Adicional a ello, los proyectos articuladores serán de vital importancia, así como la reorientación del presupuesto.
En efecto, la integración hace más eficaz y eficiente el uso de los escasos recursos públicos, pero ésta no necesariamente deber ser homogénea en virtud de que hay un conjunto de problemas transversales y hay otros que atienden a las peculiaridades de cada municipio o región. Al respecto, la trazabilidad por la que está apostando el nuevo gobierno debería ir en una doble vía; por una parte, políticas, programas y acciones que respondan a los derechos sociales o al famoso piso parejo, es decir, que independientemente el municipio y sus características socioeconómicas, geográficas y ambientales, se debe proporcionar, por parte del Estado, un mínimo de satisfactores. En ese segmento se encuentra, por ejemplo, la salud, la educación, los derechos humanos, la atención a la población adulto mayor, a las mujeres y jóvenes, entre otros.
En la segunda vía se encuentran aquellos que responden a las diferencias municipales y regionales que están en la entidad, ahí se puede generar estrategias intermunicipales o regionales que permitan detonar efectos multiplicadores y que nulifiquen que los proyectos y esfuerzos tanto del gobierno del estado como de los ayuntamientos se diluyan.
Para lograr la segunda vía se necesita identificar puntos nodales o, dicho de otra manera, municipios que por su importancia puedan arrastrar a los demás generando efectos positivos. Sobre esta segunda vía existen aproximaciones que se han construido en épocas pasadas y que ante la iniciativa del nuevo gobierno deberían considerarse, por ejemplo en el Programa Estatal de Ordenamiento Territorial (PEOT), elaborado en el sexenio de Alfonso Sánchez Anaya, se lograron identificar puntos nodales y regiones que deberían recuperarse. En el documento citado se estableció la importancia de Tlaxcala, Apizaco, Chiautempan, Zacatelco, Tlaxco, Calpulalpan, San Pablo del Monte y Huamantla, municipios que recogen la diversidad y la desigualdad secular, a todas luces en ello se pueden observar problemas comunes que requieren soluciones intermunicipales, tales como movilidad urbana y rural, atracción de inversión para los diferentes sectores de la actividad económica, problemas agroalimentarios, infraestructura carretera, relación entre Tlaxcala y Puebla y la relación por proximidad geográfica entre Tlaxcala y Veracruz, Tlaxcala y Estado de México, así como las conexiones entre Tlaxcala e Hidalgo y ahora con Querétaro a través del Arco Norte.
Si bien ese primer esfuerzo de planeación regional a través del ordenamiento territorial no logró consolidarse, fue un buen ejercicio que ahora puede relanzarse; seguramente con ajustes sobre la base del cambio demográfico, de los avances en materia de infraestructura carretera y la consolidación de la terciarización de la economía tlaxcalteca y la llegada de inversión extranjera directa en el sector industrial, comercio y servicios, además del desarrollo de infraestructura educativa en el nivel superior, pues habría que recordar que a fines de la década de los noventa sólo existía en la entidad la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), el Instituto Tecnológico de Apizaco (ITA) y una que otra universidad privada. Recoger esos cambios podría coadyuvar al desarrollo de proyectos sin precedentes para la entidad y sería una excelente manera de visibilizar el cambio propuesto por Lorena Cuéllar.
En ese sentido, lo ideal es que a la iniciativa de alinear PED con los PMD se le acompañe con una propuesta de estrategia que agrupe a los municipios en grandes regiones y que los presidentes electos sean convocados a un ejercicio de planeación y prospectiva con visión regional, de tal manera que la propuesta de la gobernadora electa no se quede en buenas intenciones por parte de los presidentes municipales electos, sino que en realidad se construya un consenso regional de altura de miras. Aun se tiene tiempo para que ese esfuerzo de planeación se pueda construir y que éste se refleje en la elaboración del Presupuesto de Egresos 2022, desde luego que se requiere de voluntad política, pero no hacerlo sería condenar a los municipios a dar la batalla para el desarrollo de sus habitantes de forma aislada y su impacto sería tangencial, a que si por el contrario se ponen de acuerdo para generar una agenda regional de largo aliento que se articule al PED. Es posible que Tlaxcala pueda mejorar la calidad de vida de su población, pero se requiere una sacudida en la manera en que se ha buscado resolver los problemas públicos, las recetas ya han caducado y se necesitan nuevas fórmulas para ofrecer mejores resultados y con ello sacar a la entidad del subdesarrollo.
Entre tanto, ¿sabrá Lorena Cuéllar y su equipo de enlace que se están creando plazas a diestra y siniestra en los diferentes poderes del estado, con efectos en el recurso público y en la capacidad para construir su nuevos equipo de trabajo? El caso del Congreso local sólo es la punta del iceberg.