1992 fue un año importante para la vida profesional de José Alejandro Almaguer González, pues se reencontró con sus antepasados a través de la medicina tradicional, circunstancia que lo llevó desde entonces a emprender una lucha por el reconocimiento y aplicación de estos conocimientos ancestrales para sanar a las personas enfermas.
Esa lucha la hace ahora desde la misma Secretaría de Salud (Ssa) federal como director de Medicina Tradicional, pero si bien esta posición supondría una ventaja, el médico de profesión observa la dificultad que ha encontrado para que esta práctica se aplique de manera formal para incrementar el acceso a la salud de la población.
Se trata, afirma, de un asunto de seguridad nacional, pues de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sólo el 20 por ciento de la población del planeta puede acceder a los hospitales, el resto, asienta, “acude por necesidad o por gusto a la medicina tradicional y se mantiene sana, son cifras contundentes y algo debe tener de cierto”.
“Hay que darle credibilidad a lo que dice el curandero y vámonos para adelante. Acudir a los códices, a los libros antiguos, ahí está (el conocimiento) y si no que se vayan a preguntar a los viejitos y viejitas, sus dichos son evangelios”, enfatiza con relación a la medicina tradicional que ha mostrado su efectividad durante 3 mil años.
El director de Medicina Tradicional de la Ssa federal es entrevistado por La Jornada de Oriente al término de su participación en la presentación de un libro editado por el gobierno del estado sobre las aportaciones del maguey y el pulque en la región central de la República mexicana.
Recuerda que su primer contacto con esa planta fue cuando participó en un proyecto para retener el agua. “Cuando empezamos, el maguey ya estaba ahí, y ahí estuvo con nosotros y no mereció ningún comentario, merecieron comentarios las flores, la gente que trabajaba, pero el maguey no y es el que más suelo retiene, que más vida trae a los alrededores”.
Además, observa es “tan, tan sencillo reproducirlo, es muy generoso, estoy totalmente convencido de que es muy importante para la vida y para la cultura, no solamente de Tlaxcala sino del mundo”.
En su participación, José Alejandro abordó los usos curativos del maguey y del pulque, de entre ellos destaca las cadenas de azúcares que contiene, pero que no aumenta los niveles de glucosa en las personas que lo consumen, “sino que la atrapa y la tira. Impide la absorción del azúcar en el intestino, imagínese qué importante es esto para la vida de los diabéticos”.
Refiere que existen investigaciones y publicaciones sobre las propiedades curativas del maguey y del pulque, por lo que se sabe que también puede contribuir a la recuperación de los enemas para repoblar de bacterias los intestinos, “que se fueron acabando particularmente por toda la diversidad de alimentos rápidos y enlatados que se consumen ahora. Eso fue cambiando el PH del organismo y mató muchas bacterias naturales y es muy difícil recuperarlas”.
“No se olvide que en cada paciente que se enferma es seguro por dos cosas, el mal está en su tristeza o en la panza, ahí está la clave de todo este asunto y por ahí se debe empezar”.
También señala que en investigaciones realizadas desde 2010 por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de Irapuato, se ha comprobado que los bacilos que contiene el pulque son muy útiles para evitar la reproducción de células cancerosas en cáncer de colon.
Lo malo, observa, es que se va muy lento en estas investigaciones, “el laboratorio se va a lo más pequeño, primero en ratas, hay que enfermarlas y luego ver si se curan, cuando el laboratorio está afuera, por 3 mil años, hay que darle credibilidad a lo que dice el curandero y vámonos para adelante”.
“Con toda la seriedad ética y profesional de un paciente que esté enfermo y de un médico, qué tan complicado es agarrar un grupo de enfermos con cáncer de colon o gastritis y darle por tres meses un vaso de pulque, qué tan complicado puede ser”, observa.
José Alejandro se ha dedicado desde 1992 a revisar investigaciones y publicaciones sobre la medicina tradicional de manera general y de forma particular los beneficios del maguey y del pulque.
Ese año se encontró con la herbolaria mexicana, porque, recuerda, en la zona donde lo mandaron a trabajar, “resulta que no había médicos y yo me preguntaba qué hacía la gente cuando se enfermaba. Y la gente hace muchas cosas de su conocimiento tradicional y generalmente permanece sana”.
El médico es originario de Saltillo, Coahuila, “la nueva Tlaxcala”, dice, y estudió en la universidad autónoma local. Comenta que en ese estado se conocen los derivados del maguey, como el pan de pulque, pero también los sarapes. “Los tlaxcaltecas fueron a ayudar a desarrollar a los chichimecas, cada uno tenía que aportar, era una relación intercultural de respeto y armonía, que es lo que necesitamos ahora”.
–¿Qué se necesita para que el maguey y el pulque tengan la relevancia que se merecen?
–Que se realicen eventos como este, que se diga en la radio, en la televisión. La gente se va a espantar, va a preguntar dónde está la investigación, dónde la publicación, pero que se vayan a los códices, a los libros antiguos, ahí están y si no que se vayan a preguntar a los viejitos y viejitas, sus dichos son evangelios.
“Solo hay esa diferenciación entre lo tradicional y lo científico moderno, que mucho daño ha hecho”, finaliza.