El PRD murió, así lo confirmaron los magistrados electorales y con él se extingue una parte de la historia política de nuestro México, en la que el llamado sol azteca fue piedra angular en la democratización de la vida pública del país; se muere una gran parte de la izquierda que simbolizaba la esperanza de un cambio democrático y el fortalecimiento de la oposición.
Después de 35 años de historia, de grandes liderazgos y de gobernar 21 entidades del país, siendo Tlaxcala la segunda en serlo, el PRD se extinguió; se murió presa de sus propios errores, su alejamiento de las luchas sociales. A muchos de sus liderazgos, ganar el poder, los enloqueció.
El PRD, fundado el 5 de mayo de 1989, como un proyecto alternativo de izquierda que enfrentaba al PRI, sucumbió ante sus propios demonios, de sus pugnas internas y de las viejas prácticas que secuestraron las voluntades del partido.
Sin embargo, la pérdida del registro del PRD debe interpretarse como un síntoma del cambio en la política mexicana y sugiere que el sistema de partidos en México está en constante evolución, reflejando las dinámicas y necesidades cambiantes de la sociedad, que en Tlaxcala, debe entenderse y atenderse, pues aquí mantendrán su registro.
Deberán entender y atender que los votantes han demostrado que ya no están comprometidos con los partidos tradicionales de manera incondicional. En su lugar, buscan alternativas que mejor representen sus intereses y preocupaciones actuales y más, cuando enfrente tienen el uso del Estado, con nuevas y “mejores” prácticas, para beneficiar al partido del gobierno.
La desaparición del PRD a nivel nacional llevará, como ya ocurre, a que muchos de sus exmilitantes y militantes se sumen a otras fuerzas políticas, siendo Morena el principal beneficiario. Este partido ha absorbido gran parte de la base social y estructura que alguna vez perteneció al PRD, consolidando aún más su presencia en Tlaxcala. Sin embargo, también podría haber migraciones hacia partidos más pequeños o emergentes que intenten capturar el vacío dejado por el PRD.
Gran tarea les queda a sus líderes locales, encabezados por Juan Manuel Cambrón Soria –si se decide a mantener esa posición–, para reestructurar a su partido en lo local, sin el lastre de los Chuchos, pero con un ejército de militantes, exiguo, menguado y que cada vez se siente más utilizado. La tarea es de ya, porque el PRD que conocíamos ya murió.