Por qué los científicos no están en la primera línea informando a la población. Por qué los dejan a merced de charlatanes de las redes digitales que no tienen ni idea de lo que está ocurriendo y se ocupan más de mantener la polarización del país.
Una población informada incorpora a su práctica cotidiana todos los riesgos a los que se expone y actúa en consecuencia. Se cree a quien sabe y se tiene confianza en la información que proporciona.
Una característica de la comunidad científica en México es que se encuentra muy distanciada de la población. En poco contribuye con la construcción de una cultura científica. Predomina en ella la idea de que el pueblo no entiende lo que hacen.
Lo que ocurre es que las mujeres y hombres de ciencia concentran su especializada tarea para ser compartida solo entre iguales. Muy pocos tienen interés en compartirla con la inmensa mayoría de la población.
En momentos como el que atraviesa el país por la crisis del Covid–19 mucho se extrañan las tareas de difusión y divulgación científica. Una de Drucker Colin, por ejemplo. La sociedad tiene necesidad de contar con información para actuar en consecuencia.
En los medios de comunicación masiva, y aun en las redes digitales, abunda la información sobre el Covid–19. Pero la mayor parte de ella es producto del imaginario popular o de intenciones políticas.
Nunca como hoy se requiere que la sociedad esté informada. Con información sustentada en evidencia científica que provoque conductas de corresponsabilidad para el cuidado y protección de la salud pública.
La tarea de la investigación no termina con la publicación de los papers o la membresía del SNI, sino en la construcción de una cultura científica que eleve la calidad de vida de la población. ¿Dónde está la voz de los científicos de Tlaxcala?