Esta semana se conmemoró el Día Mundial del Medio Ambiente, para el que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como todos los años, estableció un tema para armar una campaña que se promoverá por dos estados miembros que actúan, uno como sede y el otro como apoyo. Para este 2023 el tema escogido fue “Soluciones a la contaminación por plásticos”, con el lema “Desplastifiquemos mejor”, y los países encargados son Costa de Marfil como anfitrión y Países Bajos como apoyo.
De acuerdo con las formas protocolarias y diplomáticas de la ONU, los materiales difundidos por internet para esta campaña son vastos en información y en sugerencias, aunque se cuidan mucho de particularizar las situaciones por países, para no conflictuar de entrada, y también se cuidan de especificar alternativas que pudieran afectar algún modelo económico en concreto. Por ejemplo, la solución global propuesta para el plástico es el establecimiento de procesos económicos circulares de manera que se deseche en menos cantidad cada año, asumiendo quizá que, aunque la producción se expone de manera crítica, no se prevé que se pueda llegar a desaparecerla totalmente. Se tiene calculado que los compromisos gubernamentales e industriales, en caso de que llegaran a cumplirse a cabalidad, reducirían apenas el 8 por ciento del volumen del plástico que llega a los océanos para 2040.
En cambio, en números globales los materiales exponen que, por ejemplo, el 3.4 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero están vinculadas al ciclo de vida de los plásticos y pueden llegar al 19 por ciento en 2040; el 98 por ciento de los plásticos de un solo uso proviene todavía de materias primas obtenidas de combustibles fósiles, y esa producción es controlada solamente por 20 grandes compañías en todo el mundo; se producen anualmente 430 millones de toneladas de plástico en todo el mundo, esto consume el 6 por ciento anual del petróleo producido, y la contaminación que produce ese plástico tiene un costo social y económico de 600 mil millones de dólares.
Pero más allá de los problemas económicos, que son graves por supuesto, las afectaciones a la biodiversidad y a la salud humana son terribles. Se estima que hay más de 800 especies afectadas por la contaminación plástica en los ecosistemas acuáticos, que el 90 por ciento de aves marinas y peces tiene plástico en sus estómagos, y que esas afectaciones les producen inanición, alteraciones endócrinas, retraso en crecimiento y descomposición del sistema digestivo. En lo que se refiere a las personas, el efecto principal es el producido por los microplásticos, que se acumulan en el suelo por su uso en productos agrícolas, pero también en todos los espacios en los que utilizamos artículos con plástico; pueden entrar en nuestro cuerpo por inhalación, ingestión o absorción a través de la piel, y acumularse en nuestros órganos, incluyendo en la placenta. Esto quiere decir que las mujeres y las criaturas en gestación son especialmente afectadas. De acuerdo con la ONU, los productos químicos asociados a los plásticos están relacionados con los siguientes padecimientos: trastornos del desarrollo neurológico, hormonales, respiratorios, cardiovasculares, metabólicos, salud reproductiva en adultos, alteraciones en el embarazo y genotoxicidad, y disminución de anticuerpos.
Además de estos datos, todos graves de por sí, para nuestro contexto en Tlaxcala tenemos que destacar lo correspondiente a los sectores textil y de manufactura automotriz. El 60 por ciento de los materiales que se usan en la fabricación de telas son plásticos, por lo que las personas que trabajan en esas empresas están doblemente expuestas a los microplásticos. Además de que, también de acuerdo con la ONU, sólo por el lavado de ropa llegan 500 mil toneladas de microplásticos a los océanos cada año. Por su parte, el 30 por ciento de los materiales utilizados en la fabricación de automóviles son plásticos, de los que normalmente el total se va a los basureros, pues son elaborados con materiales de muy baja calidad que no causan interés en reciclarlos. En los deshuesaderos más bien se buscan metales y componente electrónicos. Así, pues, además de los efectos ya de por sí graves que tenemos en Tlaxcala y en la Cuenca entera por las afectaciones de la contaminación industrial sobre nuestra salud, en esta semana podemos destacar la falta de planeación y hasta de seriedad en las y los tomadores de decisiones al seguir fomentando que las grandes industrias automotrices y textiles se instalen acá sin mayor control normativo que antes, y que toda la región se consolide como el gran Clúster Automotriz del país, no sólo con la infinidad de desechos plásticos, sino con todos los impactos en la salud, alimentación y tejido comunitario que esto implica. Y es que se deja imponer y se apoya, por encima de cualquiera, el interés privado de la gran industria sobre los derechos de la población.
*Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local, A.C.