Olimpiada Tianguis 2024. Directamente desde las caóticas calles de Tlaxcala, les traemos el evento deportivo más singular y descabellado del año. Olvídense de los majestuosos estadios de lujo, las pistas de tartán y los atletas profesionales con sus cuerpos esculpidos por años de entrenamiento.
Aquí, en el corazón del tianguis, los puestos ambulantes sirven de improvisados gimnasios, vendedores con más maña que técnica y una determinación que hacen palidecer a cualquier medallista olímpico.
¿Quién necesita al Comité Olímpico Internacional cuando tienes a la familia mestiza como organizadora? Las cinco magníficas transforman el tianguis en un coliseo de hazañas atléticas que desafían toda lógica y expectativa. Prepárense para presenciar proezas que harán que hasta los griegos se revuelquen en sus tumbas, preguntándose por qué no se les ocurrió incluir el “estacionamiento sincronizado” o el “maratón del diablo” en sus competencias.
En la Olimpiada Tianguis 2024 tenemos eventos que realmente ponen a prueba las habilidades cotidianas de nuestros atletas tiangueros. ¿Quién será el campeón en la categoría de “acomodo de mercancía en espacio imposible”? ¿Quién se llevará el oro en “regateo extremo”?
Que rujan los motores
En la primera prueba de la noche, contemplamos el espectáculo más emocionante desde la invención de la reversa: ¡el estacionamiento olímpico! Observen cómo estos titanes del asfalto, estos maestros del volante, maniobran sus bestias de carga en espacios más apretados que un chelista en un Bocho.
La tensión se puede cortar con cuchillo mientras los conductores, con la frente perlada de sudor y los nudillos blancos de apretar el volante, realizan maniobras que desafían las leyes de la física. Giros imposibles, reversas milimétricas y una sincronización digna de un ballet mecánico se despliegan ante sus ojos.
El público contiene la respiración cuando el camión de tres toneladas, cargado hasta los topes con plátanos y naranjas, comienza su aproximación final. Con la gracia de una bailarina de 1.5 toneladas, el conductor ejecuta un giro de 180 grados que deja a todos boquiabiertos. En un giro que nadie vio venir, fue un gigante frutero el que se llevó el oro.
La ceremonia de premiación, digna de las más altas esferas del olimpismo tianguero, incluyó café con piquete servido en vasos de unicel, porque no hay nada más olímpico que celebrar mientras esperas el amanecer en la cabina de tu camión. Los competidores, unidos por el espíritu deportivo y un chínguere, comparten anécdotas de la olimpiada.
Playa, ¿dónde estás?
Continúa con el voleibol de “playa”, donde la arena dorada es ingeniosamente sustituida por el encanto rústico del adocreto ribereño. ¿Quién necesita el mar cuando tienes el aromático río Zahuapan como telón de fondo? Los equipos, en un alarde de creatividad olímpica, deciden que las reglas solo son sugerencias amistosas.
Los uniformes oficiales son una ecléctica mezcla de playeras arrugadas, pantalones arremangados y la ocasional chancla perdida en el fragor de la batalla. La estrategia ganadora, desarrollada tras años de intenso estudio del juego, consistió en amontonarse todos en la red como si fuera una oferta de 2×1.
Los jugadores, más acostumbrados a regatear precios que a pasar balones, convierten el juego en una mezcla entre voleibol, lucha libre y “el que se fue a la villa perdió su silla”. La pelota, en lugar de volar elegantemente sobre la red, pasa más tiempo rebotando entre los puestos cercanos, causando el ocasional derrumbe de una pila de aguacates.
El partido termina en empate. Pero como en esta nueva historia no hay lugar para la derecha (ni para los empates), se decide que el ganador sea definido por el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones o el Tribunal Electoral. Ante la tardanza deciden echarse un volado.
Infierno sobre ruedas
La crème de la crème de la Olimpiada Tianguis 2024 son las carreras de diablos. Estos auténticos centauros urbanos se unen a sus carretillas como si fueran extensiones de sus propios cuerpos, se lanzan por los laberínticos pasillos del tianguis como si sus vidas dependieran de ello.
El circuito lleva a los competidores por los rincones más estrechos y concurridos del mercado. Curvas cerradas, callejones sin salida y repentinas apariciones de clientes distraídos añaden un elemento de peligro que ni el más emocionante videojuego de carreras puede igualar.
Los veteranos demuestran que el conocimiento de los callejones vale más que la velocidad. Navegan el laberinto con la precisión de un bisturí y la velocidad de un rayo. El ganador, un héroe moderno con bíceps de acero forjados por años de cargar cajas de frutas, cruza la línea de meta con el tiempo justo, dejando tras de sí una estela de polvo y asombro.
El premio: un humeante consomé de barbacoa, medio kilo de tortillas recién hechas y la gloria eterna.
Moretones como medallas
Para el gran final de la olimpiada, el evento que todos estaban esperando: el boxeo, donde las reglas son tan opcionales como los guantes y el ring es un concepto más bien filosófico. Antes de que el improvisado réferi pudiera decir “pelien”, los contendientes ya estaban ajustando cuentas pendientes a puño limpio.
Lo que comenzó como una exhibición deportiva se convirtió rápidamente en una batalla campal digna de la más concurrida cantina a la hora del cierre. Golpes volaban en todas direcciones, acompañados de gritos como “¡Eso es por la mercancía que me debes desde el 2010!” y “¡Toma, por robarme los clientes!”
El público, lejos de horrorizarse, animaba con entusiasmo, sugiriendo blancos y técnicas con el fervor de entrenadores profesionales. “¡Dale en las costillas, compadre!” y “¡Cuidado con el gancho de izquierda del Pelos!”
Cuando el polvo se asentó y los últimos puñetazos fueron lanzados, los competidores se encontraron sentados en el suelo, exhaustos, pero extrañamente satisfechos. Moretones fueron comparados con medallas de honor, y dientes perdidos fueron recogidos como recuerdos de una batalla épica.
Así concluyen estas olimpiadas inspiradas en los eventos internacionales de voleibol de playa, tiro con arco, tenis y boxeo que promueve el gobierno del estado para el turismo internacional. Olimpiada Tianguis 2024 es por y para los tlaxcaltecas, donde lo importante no es ganar, sino sobrevivir para contarlo y tener una buena historia que compartir en la próxima reunión familiar.
Mientras los participantes se dispersan, regresando a sus puestos con nuevos moretones y grandes sonrisas, se escuchan murmullos. ¿Qué nuevos deportes llegarán a Tlaxcala? ¿Lanzamiento de aguacate? ¿Natación sincronizada en cubetas? Solo el tiempo lo dirá.