Martín Rojas, un reconocido pintor con una carrera que abarca más de seis décadas, es un testimonio viviente de cómo el arte puede ser una vía de autodescubrimiento, expresión cultural y transformación personal.
A lo largo de sus 75 años, Rojas ha dejado una huella indeleble en el mundo del arte, fusionando sus raíces mexicanas con influencias europeas para crear una obra única y evocadora. Desde sus primeros dibujos inspirados por la rica cultura familiar hasta su educación autodidacta en prestigiosas instituciones y su formación formal en Italia, la trayectoria de Rojas es un viaje de constante evolución y reinvención.
En esta entrevista, exploramos cuatro momentos cruciales en la vida de Martín Rojas: sus primeras actividades relacionadas con la pintura, su etapa de aprendizaje como oyente en importantes academias de arte, su enriquecedora experiencia en Europa, y finalmente, el descubrimiento y consolidación de su estilo propio con la serie “El Despertar de Quetzalcóatl”.
Cada uno de estos momentos revela las diversas influencias y experiencias que han moldeado a Rojas como artista y como persona. A través de sus palabras, conocemos la pasión, dedicación y visión que lo han llevado a convertirse en una figura destacada en el panorama artístico contemporáneo, inspirando a futuras generaciones de artistas a explorar y valorar su propio patrimonio cultural.
Las primeras actividades relacionadas con la pintura
¿Puedes contarnos sobre tus primeros pasos en el mundo de la pintura?
Martín Rojas: Claro, mis primeros encuentros con el arte fueron muy tempranos, gracias a mi padre, un hombre muy sensible al arte que escribía poesía y tocaba diversos instrumentos musicales. Desde los seis años, comencé a dibujar personajes como Mickey Mouse y el Pato Donald. Mi padre siempre observaba mis dibujos y me animaba a mejorarlos, lo que me motivaba a seguir practicando para ganar su aprobación.
A los ocho años, ya estaba dibujando figuras más complejas como Batman y Superman, desarrollando una comprensión temprana de la proporción humana a través de caricaturas.
Mi entorno familiar fue esencial en estos primeros años, proporcionándome el capital cultural necesario para nutrir mi imaginación y creatividad. Estos primeros dibujos y la constante retroalimentación de mi padre cimentaron mi pasión por el arte, sentando las bases para mi futura carrera como pintor.
Al crecer en un ambiente que valoraba tanto las artes, también comencé a interesarme en otros aspectos creativos, como la narración de historias, influenciado por los cuentos fantásticos que mi padre me contaba. Este entorno no solo me proporcionó habilidades técnicas, sino también una profunda apreciación por la creatividad y la expresión artística, lo que fue crucial en mi formación y en la decisión de seguir un camino en el arte.
Aprender como oyente
¿Cómo fue tu experiencia formativa en instituciones como San Carlos y La Esmeralda?
Martín Rojas: Mi formación formal en arte comenzó de manera un tanto inusual. Aunque asistí a las academias de San Carlos y La Esmeralda, lo hice como oyente, no como alumno regular. Esto significaba que podía observar y aprender de las clases sin estar inscrito oficialmente.
Esta experiencia fue fundamental porque me permitía enfocarme en lo que realmente me interesaba y absorber conocimientos de una manera autodidacta. Recuerdo que, durante los años 60, especialmente en 1968, fui a la Ciudad de México, donde participé en movimientos artísticos y políticos, haciendo pinturas subversivas.
Esta etapa fue crucial para mi desarrollo artístico, pues no solo aprendí técnicas formales, sino que también comencé a entender el arte como una herramienta de expresión y protesta. En 1970, me establecí en Tlaxcala y comencé a involucrarme con la Sociedad de Artes Plásticas, donde empecé a pintar de manera más formal, consolidando mi técnica y estilo.
Aunque no tenía una formación académica formal en el sentido tradicional, mi enfoque autodidacta me permitió desarrollar una perspectiva única y una fuerte autodisciplina, esenciales para mi evolución como artista. Este periodo también me enseñó la importancia de la autoexploración y la autodeterminación en el desarrollo artístico, valores que continúan guiando mi trabajo hasta el día de hoy.
La experiencia europea
¿Qué impacto tuvo tu estancia en Italia y otros países europeos en tu desarrollo como artista?
Martín Rojas: Ir a Italia en 1981 fue un sueño hecho realidad y un punto de inflexión en mi carrera. Desde niño, había fantaseado con visitar Europa, influenciado por las historias que me contaba mi padre. Trabajé arduamente para ahorrar lo suficiente y, sin becas ni contactos, me lancé a la aventura.
En Italia, me sumergí en el estudio del Renacimiento y otras corrientes artísticas, lo que enriqueció profundamente mi estilo y técnica. Conocí a muchas personas influyentes que ampliaron mi perspectiva del arte. La riqueza cultural de Europa, combinada con mi formación previa, me permitió experimentar y desarrollar nuevas ideas.
Aunque el impacto fue tan fuerte que consideré dejar de pintar, finalmente decidí seguir adelante y regresar a México con una visión renovada. Mi tiempo en Europa, especialmente en Italia y Suiza, me dio una comprensión más profunda del arte y su historia, y me proporcionó las herramientas para fusionar mis raíces mexicanas con influencias europeas en mis obras.
Además de Italia, tuve la oportunidad de exponer y aprender en otros países como Suiza y Turquía, lo que me permitió desarrollar una red de contactos internacionales que enriquecieron mi carrera. Estos años en Europa fueron también una etapa de autodescubrimiento personal, donde aprendí a valorar mis propias raíces culturales mientras abrazaba nuevas técnicas y estilos artísticos.
El descubrimiento de un estilo propio
¿Cómo llegaste a desarrollar tu estilo propio, particularmente con la serie “El Despertar de Quetzalcóatl”?
Martín Rojas: El desarrollo de mi estilo propio fue un proceso largo y reflexivo. Tras mi regreso de Europa, me encontré cuestionando qué podía aportar al mundo del arte que no se hubiera hecho ya. Esta introspección me llevó a París, donde en una librería encontré un libro sobre Quetzalcóatl.
Me inspiré profundamente y decidí hacer una propuesta artística basada en los códices prehispánicos, pero presentados con técnicas contemporáneas. Así nació la serie “El Despertar de Quetzalcóatl”. La primera exposición de esta serie fue en Turquía en 1988, y posteriormente se presentó en Italia y Suiza.
Esta serie es una fusión de mis raíces mexicanas y las influencias europeas que absorbí durante mis viajes. Cada obra está formada por 17 fragmentos, creando una narrativa visual que honra el pasado mientras dialoga con el presente. Este proyecto me permitió encontrar una voz única en el arte, reflejando tanto mi identidad cultural como mis experiencias personales.
La aceptación y el reconocimiento de esta serie consolidaron mi estilo y me permitieron contribuir significativamente al patrimonio cultural. Mi obra no solo busca ser una reinterpretación de elementos tradicionales, sino también una innovación en el uso de técnicas y materiales, llevando la herencia prehispánica a un diálogo contemporáneo.
La serie “El Despertar de Quetzalcóatl” representa la culminación de años de aprendizaje y experimentación, y continúa siendo una parte vital de mi legado artístico, inspirando a nuevas generaciones de artistas a explorar y valorar su propio patrimonio cultural.
El miércoles 12 de junio, a las 19 horas se inaugura la exposición: Martín Rojas. Una trayectoria de autorrealización en el Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Están todos invitados.