Los estudios sobre las élites políticas siempre se ocupan de los ganadores, pero qué ocurre con los perdedores, es decir con aquellos que una vez que han sido seleccionados e incorporados al sistema son expulsados.
En el Poder Judicial la forma de convertir en perdedores a los magistrados es la demanda judicial, entre 1998 y 2004, los medios de comunicación han sido la arena donde se disputa la inamovilidad que hasta ahora nadie ha alcanzado.
En el Poder Legislativo los que ganan su lugar por mayoría relativa son muchos, pero muy pocos logran transitar hacia posiciones del Poder Ejecutivo. Se ha vuelto tradición que compitan por una presidencia municipal o repitan como diputados.
Los ayuntamientos presentan un número considerable de perdedores, primero porque son 60, aunque sólo 12 se consideran importantes, lo que hace que los reflectores estén sobre los que tienen mayor capacidad económica y política.
Para evitar su desaparición, una parte importante de ediles busca convertirse en diputado local y después volver a la presidencia municipal, este paso lo intentan muchos pero pocos lo logran, los más longevos han sido Huamantla y Calpulalpan.
En el Poder Ejecutivo es donde se registra la mayor parte de perdedores, la experiencia no es grata en razón de que la “rendición de cuentas y la transparencia” se ha llevado a varios en cada alternancia.
Los perdedores se quedan orbitando en actividades de gestión social y, en pocos casos, se convierten en microempresarios, particulares en el sector de servicios alimentarios o de venta de productos de limpieza.
El número de perdedores en las tres alternancias es muy alto en razón de que se han eliminado los sistemas de reclutamiento, la política se ha convertido en una profesión de alto riesgo por su gran movilidad.