Viernes, abril 19, 2024

Las redes feministas nos salvan

Destacamos

Hace más de tres siglos que los grupos feministas comenzaron a generar y protagonizar cambios sociales y estructurales para las mujeres, representando riesgos para ellas. Por ejemplo, era un delito que las mujeres se reunieran, eran catalogadas como peligrosas porque implicaban (y lo lograron) quiebres al sistema patriarcal. El movimiento feminista británico, que tuvo expresiones radicales antes de la primera guerra mundial, fue reprimido, estigmatizado y violentado. Las primeras sufragistas fueron castigadas con la cárcel, como un mensaje de intimidación hacia otras mujeres y una clara represión contra toda mujer que se atreviera a exigir los mismos derechos que los hombres habían gozado.

El 10 de marzo de 1914, la periodista y sufragista Mary Raleigh Richardson escondió un cuchillo de carnicero entre su ropa, se acercó a “La Venus del Espejo” de Velázquez que colgaba en la National Gallery de Londres, cuando un vigilante vio que la mujer hacía los cuchillazos contra el lienzo, del susto se cayó literalmente de la silla; mientras éste tardaba en ponerse de pie, a la activista le dio tiempo de realizar siete cortes, los cuales fueron reparados sin problema. El suceso fue descrito por la prensa como el “desvarío aislado de una histérica que no podía soportar la belleza femenina”; sin embargo, el “acuchillamiento”, descrito de forma melodramática por The Times como si se tratara del cuerpo de una mujer –“el golpe más grave fue una herida cruel en el cuello”–, tenía que ver más con un discurso político que con un psicoanálisis barato. Una necesidad institucional de presentar narrativas que descreditaran totalmente la lucha que llevaba décadas incidiendo por el derecho de las mujeres al voto, estas prácticas institucionales buscaron frenar estos cambios, negando el acceso a los derechos de las mujeres.

Claramente las acciones feministas continuaron para poder ver acciones, no sólo promesas que hacía el gobierno, fortaleciendo el movimiento feminista; sin embargo, ¿cómo reaccionó el poder? Primero las ignoró, después pasó de la burla a la represión brutal; tras las detenciones, las sufragistas, que exigían estatus de presas políticas, siguieron realizando huelgas de hambre contestadas con alimentación forzosa, una técnica que les provocó secuelas muy graves.

Durante muchos siglos, la lucha feminista ha ido construyendo una teoría que permita analizar la realidad desde una mirada que no sea desde la protección del sistema patriarcal, que sea crítica y conlleve a cambios sustantivos para la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las condiciones de desigualdad que persisten debido a los modelos y roles machistas que se reproducen en cada generación.

Sin embargo, lo que siempre ha caracterizado al movimiento feminista ha sido hacerlo en grupo, cuestionando los contextos y las condiciones que impactan de forma negativa a las mujeres, desde las prácticas sociales, los tratos institucionales, hasta los marcos normativos que no protegen los derechos de las mujeres; de ahí que las acciones del movimiento feminista sean diversas, pero dirigidas a atender estas problemáticas y realidades que vivimos.

Las redes de mujeres han sido un espacio que permite discutir sobre nuestras realidades, nombrarlas y nombrarnos desde las vivencias individuales, y que también coincidimos en lo social, porque no hay ninguna mujer que no haya vivido alguna forma de violencia, aunque no siempre podemos identificarlas por la normalización que se mantiene socialmente y que también han abonado las instituciones.

Después de más de tres siglos de visibilizar las violencias, de lucha y exigencia por nuestros derechos, es preocupante mirar las prácticas institucionales de criminalización y reprensión contra las mujeres y defensoras de los derechos de las mujeres, las cuales son completamente contrarias a las declaraciones públicas; escuchamos a algunas funcionarias públicas expresar el total apoyo al movimiento feminista, incluso que se consideran feministas, o sólo a favor de la igualdad entre hombres y mujeres; aceptando sólo algunas expresiones y posturas feministas, dejando de lado muchas realidades que mujeres y niñas enfrentan cotidianamente.

Hemos mirado como a lo largo de estos años de lucha también se minimiza socialmente las exigencias de justicia para las mujeres, provocando otras formas de violencias desde el ámbito comunitario por medio de las redes sociales actualmente.

Ante estas realidades y prácticas que continúan desde las lógicas del poder, las mujeres nos seguimos encontrando para analizar, construir, proponer, evaluar, protegernos, acompañarnos; es un gran error pensar que estamos solas, que actuamos desde lo individual, pues siempre hemos tenido y tendremos redes feministas que nos hemos encontrado en el camino, que creemos en el feminismo como una apuesta política y ética para desestructurar los sistemas de poder sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres, que comercializa nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, que se adueña de nuestras aportaciones y que banaliza el movimiento, queriendo hacer pensar que es una moda, que las problemáticas tienen origen en este siglo o que en menos de una década se inició la articulación de mujeres para incidir en estas estructuras.

Las redes feministas también han mantenido la historia, han protegido y fortalecido la lucha feminista, nuestras ancestras han creado y compartido un feminismo que construye libertad y seguridad. Creemos en estas redes que acompañan y escuchan.

Se requiere de instituciones sensibles e informadas sobre el movimiento feminista y de las exigencias no sólo de sociedad civil organizada, sino de mujeres en general, quienes enfrentan los obstáculos y procesos patriarcales.

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