Jueves, abril 25, 2024

Las murallas del patriarca

A lo largo de la historia hemos sabido que en casi todas las culturas, religiones y geografías las murallas han sido una regla, las murallas han servido para proteger las ciudades, pero, sobre todo, para defender sus tradiciones en el ejercicio del poder.

Las murallas han sido útiles para cercar a la sociedad y cuidarla de las intrusiones del extraño, así lo fue al menos desde los primeros levantamientos de murallas en la ciudad de Jebús, antecesora de Israel. Estos levantamientos tuvieron lugar durante la llamada era de bronce, bajo el imperio de los llamados patriarcas.

Los patriarcas unieron a los pueblos con principios dogmáticos, religiosos y anclados en la idea del Padre, cuyo título honorífico asignado a quien lo detenta es la superioridad moral, un comportamiento intachable, superior al de cualquier mortal. De esta forma, los patriarcas imperiales se han ido acomodando, desconociéndose y reconociéndose hasta nuestros días.

La existencia de las murallas y de los gobiernos patriarcas no nos resulta –a pesar de los años transcurridos y las premisas de la democracia triunfadora sobre los totalitarismos– extraños, paradojas de la modernidad y sus profundas crisis.

La erección de una muralla metálica para defender al patriarca y su palacio fue recubierta bajo el concepto de paz, “la muralla de la paz” fue nombrada. La justificación del blindaje al patriarca y su palacio reposó en la máxima de “es mejor prevenir que reprimir”. La muralla construida ante la manifestación de mujeres el 8 de marzo en la Ciudad de México es una vergonzosa regresión a la paranoia de los imperios patriarcales que pretendían defenderse de la intrusión, de la llegada de esos extraños que desafiaban el orden, el poder y la palabra del sabio padre, ese al que su pueblo suele amar con frenesí.

Simbólica y políticamente, la muralla representa la exclusión, es la orden del patriarca de dejar a las mujeres fuera, sobre todo aquellas mujeres que demandan, cuestionan y exigen, a esas mujeres hay que cerrarles la casa común, dejarlas fuera, en la calle. Que ahí griten, que destrocen allá fuera y no vulneren el interior, no manchen con blasfemas la casa de los mexicanos buenos, esos fieles y obedientes habitantes del reino del patriarca.

Simbólica y políticamente la muralla tuvo la intención de dejar a las mujeres fuera de la casa, en la calle, pero fuera del espacio público y político también, fuera del espacio en el que el patriarca habla, escucha, castiga, expone y ordena. Dejarlas fuera de la casa es separarlas de la tribuna, dejarlas en las plazas abandonadas, ellas y sus ecos, ellas y sus gritos, ellas y sus frustraciones y rabias, dejarlas fuera, arrebatadas en su propio monólogo.

El patriarca simula estar ciego y sordo, la soberbia de su poder y su verdad impera desde los pasillos del palacio hasta las esquinas y plazas más remotas de un país derruido, sumergido en la inanición y olvido. Ese otro país que es negado, soterrado por los datos del gran respetado, ese magnánimo que sólo cuenta las sonrisas y aplausos fáciles que resuenan hasta en sus sueños, en su cálido lecho palaciego.

La respuesta de las colectivas feministas y mujeres que han atestiguado, experimentado y sobrevivido a las violencias patriarcales fue ejemplar. La muralla del patriarca tuvo el efecto contrario en las intrusas del palacio, no fueron derribadas, al menos no en su totalidad, por el contrario, fueron poéticamente intervenidas. La muralla fue el lienzo en el que se escribieron algunos nombres de las mujeres violentadas, abusadas, desaparecidas y asesinadas.  La intervención con flores, cantos, danzas y veladoras hizo de la gran muralla separatista y degradadora el signo de la memoria. La política de la memoria triunfó sobre la política de silencio, olvido e indiferencia del patriarca en turno. La intervención de las murallas fue un acto de madurez política, consenso y grados importantes de autonomía de los movimientos feministas en México. Fue el triunfo de esa otra casa común de las y los mexicanos que mantienen la empatía como acto de resistencia y apelan por el cese a la violencia de género, la implementación de las justicias y la no repetición.

Esas y esos otros que apelan a la memoria como iniciativa no oficial, esa que no sólo emplazó al patriarca, sino que lo desnudó y lo dejó sin palabras, sin aliento, sin idea y sin argumentos. Muchos dicen que está tomando tiempo para estudiar la situación. Le robaron la oportunidad de significar, hasta ahora, ese cambio, esa transformación profunda en los elementos que estas mujeres y colectivas demandan. Mientras tanto, las dejó fuera de la casa, les cerró las puertas, amuralló su entrada y su inserción al diálogo público.

La intervención de la muralla es el triunfo de la dignidad, de la memoria y del ejercicio político de múltiples movimientos que asumieron revolucionar contra el recalcitrante sistema capitalista y patriarcal, y contra toda la impunidad que reviste.

La muralla del patriarca tuvo el efecto contrario, la política de la memoria triunfó sobre la política de silencio, olvido e indiferencia del patriarca en turno.

Esa intervención quedó guardada en una fotografía, esa imagen registrada que no fue inhibida por los aparatos anti–drones será sin duda una marca histórica de la indiferencia de su sexenio, es la exposición de un patriarca que tuvo la posibilidad de representar un cambio, concretar la transformación anhelada, prometida y que hasta ahora ha quedado a deber a las mujeres. La muralla del patriarca fue un lienzo intervenido para recordar a las próximas generaciones de su rotundo fracaso ante las demandas de los movimientos feministas y mujeres mexicanas.

La fotografía de las mallas intervenidas y en el fondo el palacio del gran patriarca es la muestra clara del triunfo de la “verdad ética” señalada por Savater, el triunfo de la realidad objetiva, el triunfo pues, de una realidad objetiva.

[email protected]

Más recientes

Se pospone la visita de Claudia Sheinbaum a Tlaxcala, informa Morena

La visita de la candidata a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, prevista para el próximo 30...
- Anuncio -
- Anuncio -