La apertura como consecuencia del triunfo de la sociedad de mercado confronta al gobierno y al partido en la década de los 80s, lo que a nivel local va a provocar que en el rebaño del zorro plateado se expresen los subgrupos, sobre todo aquellos que habían intentado construir una secuencia de su legado político.
Del grupo de Beatriz Paredes Rangel se desprende la posibilidad de la alternancia política, colonizando al PRD y al PAN, lo que permite que los grupos marginales que los habitan aprovechen la coyuntura para asumirse como la nueva élite política, experimento que no dura más que un sexenio y hace que la mayor parte de estos vuelvan la vista para recoger y reconstruir su presencia desde los restos que quedan, a la izquierda o la derecha.
De chile, de tostada y de manteca
Veamos tres casos. En 1992 egresa como licenciado en Informática del Instituto Tecnológico de Apizaco y su primera oportunidad es incorporarse como docente de hora-clase en el Cobat, y dos años después como Jefe de Sistema del Fideicomiso para el Desarrollo Rural de Tlaxcala (FIDERT). Se vuelve emprendedor con una tortería.
Le pica el gusanito de participar en política, pero visualiza que en el PRI todo está copado, por lo que opta, más por afinidad que por definición, por el PAN, ahí es bien cobijado por Roberto Texis. En 1999 es regidor en el ayuntamiento de la capital, en 2000 secretario general del partido, en 2002 diputado local plurinominal y presidente del CDE.
Ahí le entra la gran duda, la chamba de político no cuenta con seguridad social por lo que en 2004, vía Santiago Creel, se le presenta la oportunidad de apoyar a su peor enemigo: un priista, lo que lo transforma en secretario –florero- de Gobierno, diputado federal, otra vez secretario, y presidente municipal.
En 10 años, dejó de preocuparse por el futuro y eso sólo con su salario, pero sin duda que tiene resuelta la vida. Su visión de gran empresario está determinada por la propiedad de un restaurante.
Segundo caso: Siendo su tía la gobernadora del estado y él, estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas de la UAT, recibe la orden de arreglar sus papeles porque se convertirá en el dirigente local del MNJR, pero eso es sólo una estación ya que la mirada está puesta en la presidencia del Frente Juvenil Revolucionario del PRI y, de ahí, el salto a una diputación federal.
La confrontación de proyectos con la Presidencia de la República hace que su tía abandone un año antes la gubernatura y con ella se van también muchos de sus sueños, los que resurgen cuando uno de los integrantes de esa camarilla decide irse al PAN como candidato y gana el Poder Ejecutivo, que lo devuelve al primer plano aunque en el nivel de subsecretario en educación.
La abierta posibilidad del regreso del PRI al gobierno lo reconcilia con su partido, y apoya la campaña lo que le produce dividendos como priista empanizado ya que es designado director general del Cobat y de ahí salta a la candidatura de la diputación federal, que pierde, pero no queda en el vacío porque es designado delegado de la SEP.
El tercer caso: Estudió en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en donde abreva de la ideología de la izquierda, lo que conduce de manera natural su afiliación a un partido con esa orientación. A su regreso a Tlaxcala, al tiempo que pone un negocio en el mercado hace trabajo político y es parte constitutiva del PRD alineándose con la tribu de Los Chuchos.
Llega a la presidencia del CDE y alcanza también la diputación local plurinominal, y en la histórica elección de 1997 se elevó al Congreso de la Unión como diputado federal. Ahí Cesar Buenrostro los convence de aceptar a un priista como candidato al gobierno del estado. De trámite hacen una elección interna e imponen su candidato.
Las urnas les dan el triunfo y automáticamente se ubica en la segunda posición del Poder Ejecutivo: secretario de Gobierno, después de esa experiencia, el camino se cierra y no hay más opción que continuar por la derecha. Se liga al proyecto de la Alianza Ciudadana que lo designa coordinador de Ecología y se afilia al PAC, en donde permanece, esperando cualquier oportunidad.
La colonización del PRD y el PAN por una camarilla del PRI
La élite política en México, es muy diferente de los otros tipos de élite existentes en el país como la élite económica, la élite religiosa o la élite militar, de ahí que Roderic Ai Camp apunte: “El acceso a los cargos políticos y a la autoridad decisiva son dos categorías básicas del reclutamiento de la élite, y son esenciales porque pueden proveer igualdad de oportunidades para la adquisición de poder o pueden limitar severamente esa adquisición en varias formas.”
Después de Emilio Sánchez Piedras, sólo Beatriz Paredes Rangel intenta formar grupo político y para ello recluta a varios jóvenes, a quienes fue probando en posiciones de tercer nivel y los fue calando hasta distinguirlos del resto, entre otros: Enrique Padilla, Jesús Hernández, Edilberto Sánchez Delgadillo, Anabell Ávalos y algunos otros.
La confrontación en la visión de un país en la tradición, sustentado en un discurso de izquierda, y uno moderno, basado en el liberalismo social, le dio al traste a la camarilla y en la sucesión gubernamental desapareció toda posibilidad de continuidad. El grupo propiamente se deshizo. En 1992, las élites locales sufrieron cambios.
Algunos integrantes del beatricismo se ligaron a otros grupos, pero la mayoría visible buscó cobijo en el gobierno del PRD con Sánchez Anaya, y los más, esperaron el resurgimiento con el gobierno del PAN, que una vez concluido, y los vientos soplaran otra vez a favor del PRI, regresaron al tricolor. Los priistas empanizados se desprendieron del tempura.
El grupo priista que colonizó el PRD no logra, o no tuvo tiempo para consolidar un grupo político, Cambio hacia la Democracia fue una tribu que casi se extinguió, y en el caso del PAN, una vez resurgidos los jóvenes viejos, la mayor parte queda subordinada al grupo político que desde el gobierno creó y fortaleció a un nuevo partido, el PAC.
El regreso del PRI se produce en la narrativa de la experiencia Sánchez Piedras, pero esa sociedad ya no existe y, por tanto, el grupo político se ve poblado de adultos de la tercera edad, que requiere de refacción porque ellos ya no pueden sostener un mundo que los rebasa y que a nivel nacional está liderado por una nueva camada.
En el PRD y el PAN, las élites están en un proceso de reconocimiento de su identidad, muchos de ellos ya no saben qué es ser perredista o panista, y por ello sólo actúan en la coyuntura electoral en función de la repartición de la administración o los puestos de representación popular. Los panistas y los perredistas andan en buscan de su propia memoria.
Las élites políticas de Tlaxcala están muy mezcladas y confundidas, en 24 horas pueden pasar de ser militantes del PRI al PAN, candidatos del Verde Ecologista o del Partido del Trabajo, o pueden dejar todo tirado para ligar un trabajo en la tecnocracia que ahora se gana por oposición y… una vieja relación política.
Los empresarios también se metieron a la política y los presidentes de los organismos empresariales se la creyeron que podían, hacer negocios como funcionarios o desplazar a la élite política, pero la mayor parte de ellos no tenía la experiencia y sólo pudo endulzar sus oídos y cual kleenex fueron usados y tirados.
Ai Camp afirma que hay cuatro elementos esenciales para entender el reclutamiento político: “1) los procesos que preseleccionan y canalizan el potencial recluta político (estructuras de preselección); 2) características que acentúan el potencial de un individuo para llegar a ser un político (variables de oportunidad); 3) Individuos, instituciones y procesos que determinan quien es seleccionado (porteros de reclutamiento); y, 4) condiciones que afectan el ascenso de un individuo a la cúspide del sistema político (variables de promoción).
¿En qué momento de la alternancia en Tlaxcala el reclutamiento político se confunde con el alambrismo o chapulinismo político?, y los priistas saltan de un partido a otro, pero lo mismo hacen los perredistas y los panistas a grado tal que hay una pérdida de identidad. ¿Se les olvidó la geometría política o nunca la entendieron? ¿Por qué después de la experiencia de ser gobierno, los perredistas y panistas reconocen que sólo fueron damas de compañía o floreros?
Una rápida ojeada al gabinete del gobierno estatal puede dar una idea: El gobernador es militante de siempre del PRI, el secretario de Gobierno es priista que brincó a Movimiento Ciudadano, la secretaria de Comunicaciones y Transportes es perredista, al contralor y al secretario de Fomento Agropecuario no se les conoce públicamente militancia alguna, la directora de fomento a la inversión extranjera era militante del Partido Liberal, el de Protección Civil es del Partido del Trabajo.
Lo mismo ocurre en el ayuntamiento de Tlaxcala, en la segunda posición se encuentra un perredista, en Desarrollo Social un panista, en la Dirección Jurídica un priista, en el Instituto de la Mujer una expriista del grupo que se fue al perredismo.
Pero ¿Qué ocurre con los perdedores? ¿Qué ocurre con quienes no comparten la misma experiencia o el mismo proceso de quienes desde “chícharos” se dedicaron a la política? ¿Qué sucede después de 1997 con el reclutamiento en los partidos al dejar de existir el partido hegemónico? Esa es otra historia.