El mes de junio es uno de los que tiene más “días mundiales”, en los que se promueve el cuidado de la naturaleza y otros asuntos, pero todos en el marco del más mencionado: el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo tema para este año ya comentamos antes.
Pero en este mes hay otros temas a considerar que pueden resultar interesantes para Tlaxcala: la bicicleta, gastronomía sostenible, la desertificación y la sequía, las microempresas y el día 30 que cierra con el Día Internacional del Parlamentarismo.
Respecto a la bicicleta, además de algunas calles en el centro de la capital donde las y los ciclistas tienen que defender su paso por las ciclovías asediados por automovilistas irrespetuosos e ignorados por agentes irresponsables, por cualquier otro rumbo hay también personas en bicicleta, deportistas y trabajadoras, abandonadas a su suerte en calles y avenidas en las que arriesgan la vida todos los días para llegar a su destino.
Algo más agradable, y de una enorme riqueza en el estado, es el asunto de la gastronomía sostenible. Y, claro, no porque autoridades y dependencias la promuevan más allá de alguna formalidad mediática, sino porque en todas las comunidades, a pesar del esfuerzo gubernamental para que los ingresos se mantengan en los niveles más bajos de la región, hay muchas familias que mantienen viva la tradición de cultivar de manera limpia milpas y hortalizas y de criar los animales necesarios para elaborar de manera sana los alimentos propios de cada temporada.
Sobre la desertificación y la sequía, no tenemos tanta suerte. Desde hace ya varios años se sabe que Tlaxcala es el estado en el que, normalmente en complicidad con medianas y grandes empresas nacionales e internacionales, autoridades y dependencias, peor han hecho las cosas en todo el país en lo que se refiere a conservar la biodiversidad en el territorio. De esta manera, lo dijo hace tiempo la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio), ya no se podrá recuperar la flora y la fauna que se ha perdido, y ahora, peor, no hay muestras de que las autoridades estatales, con sus contrapartes municipales y federales, tengan intención de que al menos se detenga la devastación socioambiental y se termine la emergencia sanitaria. Además, expropiaciones, ventas y rentas amañadas, manejos engañosos sobre la creación de empleos, son la constante en las comunidades para que todo tipo de industrias, hasta las que supuestamente producen energías limpias, se instalen en el estado a costa de lo que sea, la destrucción del hábitat de plantas y animales, de la salud y la vida comunitaria.
Sería deseable poder decir que el Día Mundial de las Microempresas se puede celebrar con gusto acá en Tlaxcala, sin embargo, no en todos los casos es así. De manera contradictoria, mientras en algunas temporadas ha habido programas oficiales de apoyo para que las personas, solas o en grupos pequeños, se animen a establecer o mejorar algún negocio, sobre todo de servicios, siempre se ha mantenido el ojo gubernamental sobre las micro y pequeñas empresas productivas para usarlas a manera de chivos expiatorios, imponiéndoles multas y clausuras, para eximir a las grandes y medianas empresas e industrias de su corresponsabilidad en la contaminación y sus afectaciones a la salud de la población, y en la destrucción de la vida comunitaria.
Y, por último, el 30 de junio nos llegará el día en el que deberíamos celebrar y promover el parlamentarismo, entendiendo que el parlamento, de acuerdo con la ONU, constituye un pilar fundamental en la democracia al representar la voz de los pueblos. Este es otro asunto difícil hoy en muchos lugares de México y en Tlaxcala, donde, pese a los esfuerzos de habitantes de las comunidades y de organizaciones sociales por hacerse oír, diputadas y diputados se empeñan en que su voz, la de sus partidos y la del Ejecutivo estatal, tengan siempre más volumen que las de la ciudadanía.
Pero quién dijo que todo está perdido, como se canta en muchos lugares, cuando a pesar de todo esto ciudadanas y ciudadanos nos mantenemos firmes en la convicción de que hay que seguir luchando así, duro, pacíficamente y a largo plazo, para que algún día los derechos de la población, individuales y colectivos, lleguen a considerarse con prioridad sobre los intereses de las empresas y de los grupos de poder económico y político.
*Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local, A.C.