Martes, abril 16, 2024

La violencia hacia las mujeres, un acto decidido y calculado

La búsqueda por erradicar la violencia hacia las mujeres, incluido el feminicidio y la trata con fines de explotación sexual, nos ha llevado a reflexionar sobre la construcción de la masculinidad hegemónica, que ha favorecido las condiciones de desequilibrio en el ejercicio del poder de los hombres hacia las mujeres, en donde se construye la idea de que los hombres tienen el “derecho” de someter, poner a su servicio y/o corregir a las mujeres que no están siguiendo el orden patriarcal establecido.

El orden patriarcal sobre la masculinidad ha estado imponiendo que los hombres pueden violentar a las mujeres, cuando se nos cuestiona el ejercicio de una masculinidad violenta, explotadora y feminicida, comienzan a aparecer justificaciones como “la pérdida de control”, “así me educaron”, “ella tuvo la culpa”, “yo no sabía”, “no me di cuenta” o “todos lo hacen”.

José Ángel Losoya plantea que en la afirmación “pérdida de control”, existe una decisión masculina del ejercicio de la violencia, bajo esa afirmación está el hecho de “… decidir cuándo pegan, cómo y dónde (para no dejar marcas) y, más que perderlo (el control), los lleva a conseguir un mayor control sobre sus víctimas”, eso significa que cuando se golpea, grita o abusa sexualmente de una mujer, es una decisión tomada. Argumentar “la pérdida del control”, busca justificar nuestra violencia masculina y, al mismo tiempo, buscamos mantener el control de la mujer violentada. En otras palabras, si “mi mujer” no quiere que pierda el control (me ponga violento), compórtate como mandato, si no lo hace entonces “perderé el control” (ejerceré violencia para mantenerte controlada), como podemos ver, la violencia masculina es una conducta plenamente calculada.

¿Qué pasa con el feminicida, el tratante o quién consume el cuerpo de las mujeres explotadas, calcula el ejercicio de su violencia? Sí, calcula en quien ejerce esa violencia, el tiempo, la forma y el lugar. No hay que engañarnos, los hombres decidimos el ejercicio de la violencia y el tipo de violencia que más nos conviene para el control. La palabra decidir significa en latín “opción tomada entre otras posibilidades”, eso significa que hay un razonamiento de parte de la persona que toma decisiones frente a ciertos hechos. Óscar Montiel, en su tesis de maestría, nos dice que la forma de operar de los tratantes se modificó, los tratantes pasaron de ser violentos físicamente a emplear el enamoramiento y el engaño para mantener a las mujeres controladas y en situación de explotación, el cambio de esta practica es deliberada y con la intención de disminuirse riesgos de ser denunciados. La forma de operar se va ir modificando, además, no solo deciden cómo hacerlo, sino quienes son sus víctimas, por ejemplo, en 2019 y 2020 la Línea y Chat Nacional contra la Trata de Personas (LNCTP) identificó que el método que ocuparon los tratantes para enganchar a sus víctimas fue la oferta de empleo con un 47 por ciento y que la explotación más recurrente sigue siendo la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual con un 69 por ciento.

Margarita Bejarano afirma que las:

“…víctimas de violencia feminicida están solas en la mayoría de los casos, los testimonios recabados demuestran que carecen de redes sociales, que en ocasiones la familia y los amigos desconocen la situación violenta en la que viven y que las instituciones no actúan a tiempo”, estas condiciones son muy similares a las de las mujeres y niñas víctimas de explotación sexual.

Los hombres seguimos calculando y decidiendo nuestra violencia para mantener el control de las mujeres y con ello nuestros privilegios, lo anterior en razón de una serie de condiciones, entre ellas: Una masculinidad indolente, incapaz de pensar en el bien común y el buen trato, que no reconoce el abuso y daño generado, hombres que validan nuestra violencia (porque también la ejercen), una sociedad que aun es insensible y una serie de instituciones de justicia que muy probablemente nunca nos sancionarán.

La próxima vez que como hombre ejerzas violencia (cualquier tipo) y pienses que “perdiste el control”, pregúntate: ¿Qué es lo que buscas controlar en la víctima? Por otra parte, como hombres y como sociedad, es necesario insistir en que las instituciones de justicia cumplan con su deber.

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