La UNAM lleva muchos años en Tlaxcala, podría decirse que 30 con la llegada de investigadores biomédicos a la UAT. La cooperación entre uatxitas y unamitas se ha sostenido porque se ubica por encima de intereses político–partidistas. Aunque los pumas a veces lo olvidan.
La presencia unamita puede dividirse en tres grandes momentos. El primero se ha mantenido en el tiempo, porque el territorio y las formas de organización han sido objeto de estudio para muchos profesionales en formación e investigadores de la UNAM.
El segundo se produce con el encuentro de investigadores aficionados e investigadores científicos de la UNAM y otras instituciones para socializar el conocimiento que se ha producido sobre Tlaxcala.
El tercer momento, a su vez, puede dividirse en dos, ambos determinados por coyunturas políticos–electorales, la alternancia política que da al PRD el gobierno del estado y el regreso del PRI a Palacio de Gobierno.
La primera etapa, como reconoce la propia historia del CATED, se da con la firma del convenio entre el gobernador perredista y el rector de la UNAM, que permite la instalación del sistema universidad abierta y educación a distancia, y la oferta, en línea, de seis carreras (2003–2004).
La segunda se produce con la firma de “un nuevo Convenio” (2011) entre el gobernador priista y el rector unamita con siete proyectos: la construcción del Centro de Artes y de la Ciudad Judicial de la entidad; la remodelación y ampliación del Museo Nacional del Títere.
A los que se agrega la creación de la Licenciatura en Desarrollo Comunitario en Envejecimiento, el Laboratorio Regional de Biodiversidad y Cultivo de Tejidos Vegetales, del Programa de Alfabetización y de la Red de Bibliotecas Digitales.
Sólo que los unamitas olvidan que la UNAM ha desarrollado en Tlaxcala el proyecto más amplio de formación de investigadores en las ciencias biológicas, construyendo el mayor capital científico con que cuenta la entidad. Y ha sido desde el nido de las garzas.