Desde ahora se vislumbra una lucha encarnizada de pronóstico reservado entre dos grupos magisteriales por el poder en la sección 31 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en la que los agremiados serán los menos beneficiados.
Por un lado está el actual secretario general, Demetrio Rivas Corona, quien todavía goza del reconocimiento institucional y de los recursos que le llegan del Comité Ejecutivo Nacional, con los que seguramente operará para que el cambio de dirigencia, que deberá concretarse el próximo año, sea favorable a su grupo.
El otro bando es encabezado por el coordinador estatal de la organización autodenominada Maestros por México (MxM), el hidalguense Miguel Ángel Islas Chío, quien desde que dejó la titularidad de la Secretaría de Educación Pública del Estado (SEPE) ha mantenido presencia en la entidad, pues durante varios años fungió como responsable de la región de Calpulalpan del PAC, bajo la tutela del ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz.
Desde hace días el ex funcionario estatal ha realizado reuniones con el magisterio tlaxcalteca y poco a poco ha ido sumando militantes a MxM, algunos en retribución al apoyo que recibieron cuando fue titular de la SEPE o dirigente del PAC y otros, porque ven en el regreso de Elba Esther Gordillo a la dirigencia nacional del SNTE, una posibilidad de acceder al poder sindical.
Se trata, pues, de dos grupos con liderazgos con experiencia en las lides sindicales, que saben cómo actúan y se aprestan a contrarrestar sus acciones. En ambos lados, aseguran que sus intenciones son mejorar las prestaciones y condiciones laborales de los agremiados del SNTE, defender la educación pública e impulsar la enseñanza de calidad, justamente lo que no han cumplido cuando han tenido la posibilidad.
Por otro lado, mañana sábado inicia un nuevo gobierno federal en el que 30 millones de mexicanos depositaron su confianza de tener un mejor país. En su desarrollo, la crítica, sin calificativos, será imprescindible.