El día de ayer, la fundación Goldmann anunció la entrega del Premio del mismo nombre 2020, el equivalente al Nobel del Medio Ambiente, a seis activistas ambientales de diferentes países: Ezequiel Chibeze de Ghana, por su lucha contra la construcción de una central eléctrica que utilizaría carbón como combustible; Lucie Pinzon de Francia, también por luchar en contra del financiamiento de proyectos que quieren relanzar la contaminante industria carbonífera; Kristal Ambrose de Bahamas, por su combate en contra de los plásticos desechables; Nemonte Nenquimo de Ecuador, por su defensa de la selva amazónica y de los territorios ancestrales de los indígenas waraoni; Paul Sein Twa de Myanmar, por su defensa de la Biodiversidad de la cuenca del río Salween; y finalmente Laydy Araceli Pech Martín, de México, por encabezar la lucha que desde hace 10 años vienen librando los indígenas mayas de Campeche y Yucatán en contra de Monsanto Bayer, y sus proyecto de siembra de soya transgénica en diferentes regiones de ambos estados, especialmente en Hopelchén, Campeche, el municipio en donde vive Laydy.
Tras una larga batalla judicial, los productores de miel lograron que en 2017, la Suprema Corte de Justicia, anulara los permisos que los gobiernos entreguistas de Calderón y Peña Nieto habían acordado a la transnacional; con lo cual empezó una rápida y brutal deforestación de la selva maya, para implantar enormes campos de soya transgénica, fumigados masivamente desde avionetas con agrotóxicos, generando de inmediato los problemas que ya se conocen en otras latitudes, como la Provincia Entre Ríos en Argentina: aparición de diferentes tipos de cáncer e insuficiencia renal en los pobladores aledaños a los campos fumigados.
Además, de inmediato se vino abajo la producción de miel, uno de los pilares de la economía de miles de familias campesinas por la mortandad generada en las poblaciones de abejas. Hay que señalar que en ambos estados, desde antes de la invasión hispana, los indígenas ya habían domesticado a un tipo de abejas propias de la región, las llamadas “abejas meliponas” (melipone beecheii), que carecen de aguijón y producen una miel con propiedades medicinales especiales. Esta especie estuvo a punto de extinguirse, pero desde hace varios años, los campesinos mayas lograron rescatarlas; sin embargp, ahora se encuentran amenazas nuevamente por las fumigaciones y la destrucción de su hábitat natural.
La activista galardonada, conocida como “la guardiana de las abejas”, declaró que el premio es para todos los indígenas mayas que se unieron para defender su derecho a un medio ambiente sano y su derecho a preservar su patrimonio biocultural, y aclaró que a pesar de haber logrado que la Suprema Corte ordenara la suspensión de los permisos para sembrar soya transgénica, la transnacional Monsanto/Bayer, sigue actuando como si nada hubiera pasado, sigue fumigando impunemente, ante la complacencia y pasividad del gobierno anterior y del actual, a quienes acusa de no defender los intereses de las comunidades indígenas y ver los recursos bioculturales como mercancías.
También denunció que la Consulta obligatoria a las comunidades mayas, sobre la siembra de soya transgénica, no se ha llevado a cabo porque el gobierno quiere imponer un protocolo de consulta engañoso y poco claro y no acepta la propuesta de protocolo de los campesinos indígenas, lo que significa que la lucha no ha terminado, y hasta ahora la victoria parcial lograda, se ha quedado sólo en papel.
Además hace un llamado a la sociedad civil para informarse, organizarse y defender nuestros recursos naturales de la voracidad de las empresas, a quienes sólo les interesa lucrar, sin importarles las consecuencias y las afectaciones de sus proyectos de muerte a la salud humana y del medio ambiente, pues nos afecta a todos.