La economía sigue sin despegar. El Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) reporta un crecimiento anual del 2.2 por ciento en el tercer trimestre de 2024. Este avance resulta insuficiente frente a los retos estructurales que limitan el desarrollo de la entidad.
El sector primario es el eslabón más débil, con una caída del 3.8 por ciento en el trimestre. La agricultura, que en un estado con gran tradición rural debe ser un pilar económico, se encuentra en crisis.
Las malas condiciones climáticas, el acceso limitado a tecnología y crédito, así como la falta de apoyo gubernamental efectivo, convierten al campo tlaxcalteca en un sector en retroceso. Sin una política agraria realista y con incentivos adecuados, la situación empeorará.
El sector secundario registra un alza del 2 por ciento, impulsado por la manufactura. El crecimiento es modesto y no refleja un auge industrial sostenido. La falta de infraestructura moderna, la dependencia de industrias con bajo valor agregado y la escasa innovación limitan el potencial de Tlaxcala como polo de desarrollo industrial en la región centro–sur.
Con un incremento del 2.6 por ciento, el sector terciario es el principal motor del crecimiento. No obstante, este avance responde a una economía de servicios precaria, basada en comercio y turismo de baja escala, sin una estrategia de largo plazo que fomente empleos bien remunerados y un ecosistema empresarial robusto.
Tlaxcala necesita una visión económica más ambiciosa. Se requiere una política de industrialización con incentivos para la inversión, programas de tecnologización agraria y un modelo de servicios que apueste por sectores estratégicos.
Sin estas medidas, la economía seguirá avanzando a paso lento, dejando a Tlaxcala en un rezago competitivo frente a otras entidades. Los datos revelan una economía fragmentada, donde el crecimiento se concentra en ciertos sectores, mientras otros se desploman sin una estrategia clara que equilibre el panorama.