La humanidad está en un momento de decidir cómo continuar la vida, habrá quien siga con los patrones aprendidos que nos llevaron a vivir una pandemia como la que ahora estamos atravesando, quienes quieran continuar con sus practicas individualistas, de consumo que les brindan una felicidad efímera y les provoca actitudes de indiferencia y egoísmo que dañan y agreden la dignidad de las personas y al planeta mismo.
Esta cultura del individualismo, alimentada por el sistema capitalista neoliberal, ha sembrado por varios años en las personas una actitud de indolencia ante la violencia y el dolor de la otra persona, bajo justificaciones como: no es de mi incumbencia, con seguridad está recibiendo su merecido, se habrá portado mal o quizá desobedeció las leyes o el buen comportamiento. Estas ideas que existen en el imaginario social han provocado una serie de agresiones contra las personas y en especial hacia las mujeres, quienes viven una serie de agresiones y violencias, como es la trata con fines de explotación sexual, la cual degrada su dignidad y derechos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos en su “Diagnostico sobre la Situación de la Trata de Personas en México 2019”, identificó que existen: 5 mil 245 víctimas del delito en materia de trata de personas de las cuales 3 mil 308 son mujeres, mil 86 niñas, 492 hombres y 289 niños. Este dato muestra que la trata es un problema que afecta mayormente a las mujeres y las niñas y no es para menos, ya que el sistema patriarcal ha reforzado que las mujeres sean vistas como objetos de servicio para los hombres.
Soledad de León, en su ponencia “Neoextractivismos y sistema prostibulario en Argentina”, realizada el pasado 15 de mayo, mencionó que en la sociedad existe la figura del súper marcho conquistador, el cual busca dominar la naturaleza y a las personas y cada vez que logra dominarles, para él es una victoria. Este súper macho conquistador no conoce de límites, los traspasa, se muestra indolente, utiliza la violencia permanentemente y se deshumaniza, convierte la vida y los cuerpos de las mujeres en objetos de uso, desecho y olvido. El súper macho en el capitalismo mercantiliza los cuerpos de las mujeres, los convierte en objetos y para ello necesariamente tiene que actuar con indolencia, la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual es el claro ejemplo de esa actitud, comprarlas, usarlas y desecharlas necesariamente tiene que hacerse desde la indolencia, de quien consume la vida de esas mujeres y niñas, también las autoridades son parte de esa cultura de la indolencia cuando omiten la búsqueda de las mujeres que desaparecen justificando que se fue con el novio, regresan a las mujeres a sus casas después de haber denunciando a su agresor, no establecen refugios donde las mujeres puedan estar protegidas de las redes de tratantes, cuando tardan seis años en sentenciar a sus torturadores y no previenen que esta indolencia siga reproduciéndose socialmente.
Construir la nueva normalidad
En el actual contexto de la pandemia se ha insistido en la construcción de una nueva normalidad, ello no solo puede estar reducido a prácticas sanitarias, es necesario reflexionar nuestras conductas ambientales, sociales y económicas que nos trajeron a la actual crisis, uno de tantos elementos a cambiar es nuestra indiferencia e indolencia ante la violencia y explotación sexual de mujeres y niñas, es necesario deshacernos de la forma de vida que impone el sistema patriarcal y neoliberal. Requerimos una nueva normalidad donde las autoridades dejen de ser parte de la cultura de la indolencia y cumplan con su deber de garantizar los derechos de las personas, en especial de las mujeres y las niñas, para que tengan una vida libre de violencia y explotación. Eso significa que apliquen medidas de prevención para evitar la reproducción de más súper machos conquistadores y devastadores.