La construcción de candidaturas locales en Tlaxcala se asemeja a una obra de teatro donde los actores principales parecen crecer y menguar según el momento político, como aquella canción infantil del “Chorrito”.
La realidad política actual sugiere que las aspiraciones locales promovidas desde el gobierno estatal enfrentan obstáculos cada vez más evidentes en su camino hacia la sucesión gubernamental.
La estrategia de posicionamiento múltiple que impulsa la actual administración estatal resulta cada vez más compleja. Por un lado, se promueve al presidente municipal de la capital como posible sucesor, mientras que la designación de su esposa como dirigente de Morena busca capitalizar la tendencia nacional de candidaturas femeninas.
En el tablero político aparecen figuras familiares en posiciones estratégicas: los cuñados de la gobernadora ocupan una diputación federal y la Secretaría de Turismo. Sin embargo, sus perfiles, limitados a la administración de negocios familiares, no logran el crecimiento político esperado.
El caso del secretario de Educación Pública merece especial atención. A pesar de manejar uno de los presupuestos más robustos y la nómina más extensa del gobierno estatal, la historia política de Tlaxcala demuestra que ningún titular de esta dependencia alcanza la gubernatura. Más aún, la posición se ha convertido en un campo minado de conflictos con diversos grupos sociales y sindicales.
La transferencia de los servicios de salud al IMSS–Bienestar deja al sector educativo como único bastión de presencia territorial significativa. Sin embargo, esta aparente ventaja se desvanece ante la multiplicación de problemas y confrontaciones que caracterizan al sector.
Esta realidad sugiere que las aspiraciones locales, por más que se intenten impulsar desde el gobierno estatal, enfrentan un escenario nacional donde las decisiones de candidaturas responden cada vez más a lógicas federales que a equilibrios locales. La construcción, destrucción, deconstrucción.