Un error puede echar a perder todo un proceso. Eso le sucedió al Consejo General del IET que después de haber llevado adelante el proceso electoral, el día de la jornada no tuvo la capacidad para manejar la información de los resultados.
Uno de los mecanismos para dar confianza a la incertidumbre de los procesos electorales son los sistemas de resultados preliminares, lo que permite que los ánimos de los participantes no se desboquen.
El día de la jornada electoral se espera que una hora después de que se han cerrado las mesas directivas de casilla comience a fluir la información a través del sistema, lo que permite adelantar el resultado que se confirmará en las sesiones de escrutinio tres días después.
Eso no sucedió el domingo, por las razones que sean, el IET tardó mucho tiempo en poner en operación el Sistema de Acopio de Resultados de la Jornada Electoral (SARJE) y subió la información a cuenta gotas.
Esto provocó inquietud, enojo y reclamo por parte de los competidores y desconfianza con los datos que finalmente arrojó el SARJE, lo que determina que la tensión se mantendrá hasta el miércoles cuando sesionen los consejos municipales y distritales.
El problema no sólo es culpa del Consejo General, sino del Congreso que integró un organismo sin que los seleccionados tuvieran la capacidad, la experiencia o el compromiso de sacar adelante una responsabilidad vital para la vida democrática.
La mala actuación del Consejo General del IET abona a la propuesta de que esa tarea deba ser realizada por un organismo nacional: el IFE, y desaparecer los organismos locales que responden más a intereses de la clase política que a los de los electores.
Por lo pronto los datos del SARJE no dan certidumbre ni confianza a la ciudadanía y los candidatos deberán tener paciencia para esperar que en las sesiones de escrutinio y cómputo se pueda conocer realmente el resultado de la jornada electoral.