El reciente fallo que ordenó la libertad para Keren Ordoñez, una joven madre veracruzana que pasó más de nueve años en prisión por un delito que no cometió, marca un hito en la justicia tlaxcalteca. Detenida en 2015 junto a su hija recién nacida, Keren fue víctima de tortura y de un proceso judicial plagado de irregularidades. Su caso, finalmente resuelto por la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Tlaxcala, a partir de un proyecto elaborado por la magistrada Mary Cruz Cortés Ornelas, no solo reconoce su inocencia, sino que también evidencia las fallas estructurales del sistema de justicia penal, especialmente en lo que respecta a la perspectiva de género.
La sentencia que revocó su condena de 50 años incorporó un análisis con perspectiva de género, reconociendo las circunstancias específicas de vulnerabilidad que enfrentaba Keren al momento de su detención. Esta resolución es única en el estado de Tlaxcala y representa un avance significativo hacia la justicia para las mujeres.
El caso de Keren no es aislado; refleja un patrón de violencia estructural de género en México. Según la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) de 2021 del Inegi, el 23.9 por ciento de las mujeres sentenciadas lo fueron por secuestro, frente al 11.7 por ciento de hombres. Muchas de estas mujeres son jóvenes que viven en contextos de alta coerción por parte de sus parejas, y enfrentan un sistema judicial que perpetúa estereotipos discriminatorios y limita su acceso a una defensa adecuada.
La liberación de Keren fue posible gracias al esfuerzo sostenido y articulado de diversas organizaciones comprometidas con la defensa de los derechos humanos, particularmente en Tlaxcala. Organizaciones como el Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local y el Colectivo Mujer y Utopía, han desempeñado un papel clave en el acompañamiento a personas en situaciones de injusticia. El Centro Fray Julián Garcés, con larga trayectoria en la región, ha centrado su labor en la denuncia de la trata de personas, la devastación socioambiental y las violencias estructurales que afectan a comunidades enteras, especialmente mujeres. Por su parte, el Colectivo Mujer y Utopía se ha posicionado como una voz fundamental en la defensa de los derechos de las mujeres, brindando asesoría jurídica, contención emocional y acciones de incidencia para visibilizar la violencia de género.
Estas organizaciones, con profundo arraigo territorial, se sumaron al acompañamiento de Keren y, junto a otras instancias nacionales e internacionales como la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU–DH), Red y la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas, Todos y Todes” (Red TDT), Amnistía Internacional México, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), Equis Justicia para las Mujeres, Change.org y las mujeres sobrevivientes de tortura de la Campaña “Rompiendo el Silencio”, así como los medios de comunicación en el estado, que contribuyeron a colocar el caso en la esfera pública, insistiendo una y otra vez en la inocencia de Keren y en las violaciones de derechos que enfrentó. Su trabajo fue determinante.
La absolución de Keren Ordoñez representa una victoria significativa en la lucha por la justicia y los derechos humanos en Tlaxcala. Sin embargo, también nos recuerda que muchas mujeres siguen enfrentando un sistema judicial que reproduce estereotipos de género y limita su acceso a una defensa adecuada. Es fundamental continuar fortaleciendo las capacidades de las organizaciones locales y promover reformas estructurales que garanticen un acceso equitativo a la justicia para todas las personas, especialmente aquellas en situaciones de vulnerabilidad.
La lucha de Keren y de las organizaciones que la acompañaron nos inspira a seguir trabajando por un sistema de justicia más justo, equitativo y respetuoso de los derechos humanos.