La forma en la que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha decidido compartir la información sobre el Censo de Población y Vivienda 2020, da la impresión de que no ha sido analizado desde la perspectiva de género previamente, tomando en cuenta el contexto de violencia constante contra las mujeres y niñas y el impacto que tienen los mensajes sobre las formas de presentar las estadísticas. La publicación que informa sobre los homicidios de mujeres y hombres ha generado reacciones de los movimientos de mujeres, pues ni siquiera menciona los feminicidios, pues muchos de estos quedan clasificados como homicidios, negando las razones de género.
No son sólo datos duros, no sólo se trata de presentar números totales, decidir presentar de esa forma la información ya lleva una intención, ya tiene una interpretación; parece que prevalecen sesgos machistas al interior del Inegi, su visión no refleja la realidad y no ayuda en nada a tomar decisiones para la política pública, ya que no se trata de contar a la población, sino que esta encuesta indaga sobre las principales características demográficas, socioeconómicas y culturales, por lo que la forma en la que representen los resultados tendrán impactos sociales, independientemente de los análisis que desde la academia y sociedad civil se realicen.
Esta publicación y la respuesta de las mujeres llevó de inmediato a que los hombres machistas aprovecharan para reprochar a las feministas la intención de “negar la problemática”, que la vida de los hombres no es valiosa para nosotras por el alto índice de homicidios; ahora reprochan que no luchemos las batallas que les corresponde, porque estamos librando las nuestras. Ahora que las mujeres expresamos nuestro desacuerdo sobre la forma en que decidieron informar, es que los hombres reaccionan, expresando que “por primera vez visibilizan las muertes de los varones y les da la importancia que se merecen porque las mujeres están más humanizadas en los hombres”.
Primero, no es la primera vez que se nombra, se estudia o se discuten los índices de asesinatos de hombres, se han realizado estudios que han demostrado las principales formas en las que los hombres pierden la vida, a manos de otros hombres, por riñas entre hombres, por disparo de arma de fuego (por otro hombre), el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública mostró que durante 2020 el 69.3 por ciento de las víctimas perdieron la vida por esta razón; precisamente ha sido desde el feminismo que se ha postulado el enfoque de masculinidades con la intención de que los hombres se cuestionen y trabajen sobe sus prácticas violentas, por lo que tanto mujeres como (unos cuantos) hombres han colocado el tema para generar acciones, políticas y estrategias para atender sus realidades.
Por otro lado, tampoco es la primera vez que los hombres colocan sus problemáticas sobre los posicionamientos de las mujeres, pretender que una u otra problemática es más urgente mantiene la idea errónea de que es una lucha entre los sexos; son contextos de violencia donde las razones y las manifestaciones son distintas que merecen que el Estado cumpla con sus obligaciones para atender ambas; y en esto, el gobierno actual (como los anteriores), ha dejado claro que no cuenta con el conocimiento ni con el interés de responder para hacer frente a la violencia que vivimos las mujeres en todas sus modalidades.
En este sentido, hablar desde el desconocimiento de nuestras realidades hace más evidente la única intención de desacreditar las luchas feministas; cuando los medios hablan de la violencia contra las mujeres, aún es la gran mayoría que lo hace desde el amarillismo, desde sus concepciones machistas, revictimizando o ejerciendo violencia simbólica y mediática; si en los medios se han colocado titulares o se ha dado espacio para hablar sobre las mujeres es totalmente resultado de nuestras luchas para lograr recuperar los espacios que nos han negado o ganarlos porque el patriarcado nos quiere calladas.
Las instituciones demuestran una vez más que aún faltan herramientas al interior de éstas para comprender y aplicar la perspectiva de género, los mensajes que diariamente se están enviando de manera institucional colocan la duda de sus competencias, de que comprendan que las condiciones en las que nos encontramos las mujeres y en cómo enfrentamos la inseguridad tienen de fondo y de forma características específicas; por lo que no pueden hacer de lado las formas de atender e informar.
Sin duda, resulta importante conocer las realidades respecto de cómo se vive la inseguridad actualmente, pero no les queda claro a las instituciones machistas que las formas y las razones por las cuales se quita la vida a mujeres y hombres son muy distintas; promover la minimización de los feminicidios en un país que aún se cuestiona la existencia de este tipo penal del delito, no abona para la sensibilización ni para la disminución de la impunidad que existe en un país que se encuentra en primer lugar de América Latina en la comisión de este delito.
Aunque no ha sido la única publicación que ha generado estas reacciones, pues el 14 de febrero divulgaron información sobre “población de 12 años o más y su situación conyugal”, no se trata de ocultar esta realidad, pero su contexto es el día del amor y la amistad, invisibilizando la violencia sexual que las niñas, niños y adolescentes están viviendo al ser obligadas a unirse con hombres adultos, o que se normalice las relaciones con menores de edad “por amor”.
Precisamente durante la presentación de estos resultados, resaltaron la importancia de conocer estas cifras para tomar decisiones en la elaboración de programas y políticas públicas; ¿en qué ayuda hacer esa comparación tan generalizada y carente de contexto? La forma de comunicar de las instituciones debe estar transversalizada por el género y contribuir a la sensibilización sobre las problemáticas que la sociedad enfrenta, por ningún motivo debe abonar a discursos de odio para las mujeres.