El vocero de la diócesis de Tlaxcala, Ranulfo Rojas Bretón reveló que se han recibido instrucciones precisas de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) para actuar en apoyo a los migrantes, lo que incluye ofrecer ayuda legal, proporcionar espacios temporales de acogida y facilitar la comunicación entre los deportados y sus familias.
Este miércoles, durante la rueda de prensa en la que se anunció la elevación de la Parroquia de San José a Santuario Diocesano, Rojas Bretón destacó la postura de la diócesis local ante los recientes desafíos que enfrentan los migrantes, especialmente tras la implementación de las nuevas políticas migratorias en Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.
Mencionó que los migrantes que acuden a espacios como San José son vinculados a La Sagrada Familia, por lo que acceden a servicios básicos como alimentación, ropa, higiene y atención médica.
Rojas Bretón subrayó que la solidaridad de la iglesia es clave en estos momentos difíciles y que las casas de atención no solo brindan recursos materiales, sino también apoyo emocional y orientación en momentos de incertidumbre. “En los tiempos que corren, más que nunca se necesita un espacio de acogida para quienes atraviesan este proceso de deportación y desarraigo”, destacó el vocero.
Por su parte, el presbítero Juan Carlos Viveros Rodríguez, encargado de la Pastoral del Turismo, añadió que la parroquia de San José, al estar ubicada en el centro de la ciudad, ha sido un punto de paso para muchos migrantes, quienes encuentran en la iglesia un lugar de consuelo. A pesar de que la parroquia ya ha estado brindando apoyo a los migrantes, con alimentos, ropa y pequeños gestos de ayuda, se anunció que este compromiso se intensificará con la nueva denominación de santuario.
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Viveros Rodríguez hizo énfasis en que la ayuda no se limita a lo material, sino que también se busca fomentar la autonomía de los migrantes. “No queremos que se sientan dependientes, sino que busquen formas de salir adelante, como contribuyendo con tareas en la iglesia, como limpiar el atrio o ayudar en otras actividades”, explicó.
La parroquia de San José ha sido un lugar en el que los migrantes también encuentran un espacio de escucha, aseguró Viveros Rodríguez, quien dijo que muchos deportados llegan con un profundo dolor, pues han perdido todo: su hogar, su trabajo y, en algunos casos, su salud. “En esos momentos, la parroquia se convierte en un refugio emocional donde los migrantes pueden compartir sus historias y recibir apoyo en su proceso de readaptación”, señaló.
Los sacerdotes también han comenzado a brindar atención a los migrantes que han quedado atrapados en este ciclo de deportaciones. “La iglesia se ha convertido en un lugar donde, además de recibir consuelo espiritual, los migrantes pueden encontrar la guía necesaria para navegar por su nueva realidad”, comentó.
Con el anuncio de la elevación de la parroquia de San José a Santuario Diocesano, se espera que la capacidad de respuesta ante los retos migratorios crezca. La iglesia continuará con su labor de apoyo a los migrantes, adaptándose a las nuevas circunstancias y vinculándolos a la Casa del Migrante para quienes más lo necesitan, en un contexto cada vez más complicado para los migrantes.
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